lunes, 28 de diciembre de 2009

El hombre y la cultura del vacío


TRIBUNA | JULIÁN BARRIO BARRIO ARZOBISPO DE SANTIAGO DE COMPOSTELAEl hombre y la cultura del vacío

Miércoles 23 de diciembre de 2009   Articulo publicado por LA VOZ DE GALICIA
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En estos días estamos metidos en la harina del cambio climático y en verdad no faltan razones para vivir esta preocupación y darle respuesta. Pero sería necesario ocuparse de la ecología del hombre. En la atmósfera de la condición humana se está abriendo un gran agujero negro con la contaminación de la llamada cultura del vacío en la que la persona está asumiendo un estado de pasividad indiferente que la va degradando. Fruto de esta situación es el proceso de despersonalización y de descristianización que estamos padeciendo. No olvidemos que, como dice Julián Marías, el cristianismo consiste en la visión del hombre como persona.
Dicha cultura que busca apropiarse del hombre «en un mundo que ha perdido el carácter sagrado», se manifiesta a veces en un sectarismo y un radicalismo como huida hacia ninguna parte. Así lo estamos comprobando en determinados posicionamientos laicistas actuales, en medio de la crisis de la civilización en la que se están viendo radicalmente erosionadas las certezas fundamentales y sus símbolos, que conforman a los seres humanos, tratando en este caso de cambiar la vida, la historia y la tradición cristianas.
Un repaso a la historia de la Iglesia nos lleva a verificar actitudes hostiles frente al cristianismo a lo largo del tiempo de su existencia, unas veces por motivos intelectuales y otras por motivos religiosos. De alguna forma se percibe también esa realidad del misterio inherente a la Iglesia llamada a comunicar los frutos de la salvación. Es esclarecedor hacer este recorrido histórico en los diferentes ámbitos culturales y religiosos, que trae a nuestra memoria esa confrontación, a veces persecución, con el cristianismo no solo por lo que es sino también por lo que significa.
¿Se da esa confrontación hoy? A mí no me sorprende ni me escandaliza en la condición de miembro de la Iglesia peregrinante. Cristo ya nos advirtió de que estamos en el mundo, pero no somos del mundo, lo que le lleva al apóstol Pablo a insistir en que no debemos acomodarnos a las realidades de este mundo.
A veces se nos dice a los cristianos que no cumplimos lo que decimos como un argumento para la polémica. Pero el fondo de la cuestión, a mi modo de ver, es otro. Entra dentro de la pretensión de no dejar ser Dios a Dios en la vida del hombre y de querer este convertirse en un ídolo sin entidad.
En este afán la imagen de la persona humana se diluye, y queda esta reducida a un objeto o cosa manipulable en cualquier circunstancia o condición con las consecuencias negativas que esto está teniendo en respeto de sus derechos fundamentales y de su dignidad, caracterizada por su libertad y responsabilidad.
Si la persona no puede ser quien es y no la reconocen como lo que es, se ve sometida a un tratamiento injusto y ajeno a la verdad que se tergiversa día a día, poniendo entre paréntesis la realidad.
La cultura del vacío pretende destruir la esperanza cristiana en el hombre, quitándole el fundamento de la vida después de la muerte, de la responsabilidad y de la exigencia del amor. En este año santo compostelano de manera especial hemos de recordar la oración que Dante dirigió al Apóstol por boca de Beatriz en el canto del Paraíso : «Haz que desde aquí resuene la esperanza».

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