Intentar ser como el padre. La
actitud de Dios es la acogida, la comprensión y el perdón. Es semejante a lo
que me contó hace unos días un joven: "Una mañana cuando me dirigía al
trabajo en mi coche recién estrenado fui golpeado levemente en el parachoques
por otro automóvil. Los dos vehículos se detuvieron y el chico que conducía el
otro coche bajó para ver los daños. Yo estaba asustado, reconocía que la culpa
había sido mía. Me daba terror tener que contarle a mi padre lo que me había
sucedido, sabiendo que sólo hacía dos días que mi padre lo había comprado. El
otro chico se mostró muy comprensivo tras intercambiar los datos relativos a
las licencias y el número de matrícula de ambos vehículos. Cuando abrí la guantera
para sacar los documentos me encontré con un sobre y en el sobre una nota de
puño y letra de mi padre, que decía: "hijo, en caso de accidente, recuerda
que a quien quiero es a ti, no al coche". Yo pensé al escuchar este
relato: si esto lo hacen los padres y los amigos, cuánto más Dios que es Padre
misericordioso. Pensé además, que Dios nos da siempre una nueva oportunidad. No
quiero ser sólo el que recibe compasión, quiero ser el que la ofrece. Intentaré
ser como el Padre.
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