Las catacumbas
Interior de las catacumbas |
“Las
catacumbas, a la vez que presentan el rostro elocuente de la vida
cristiana de los primeros siglos, constituyen una perenne escuela de
fe, esperanza y caridad. Al recorrer las galerías, se respira una
atmósfera sugestiva y conmovedora. La mirada se detiene en la
innumerable serie de sepulturas y en la sencillez que las caracteriza.
Sobre las tumbas se lee el nombre de bautismo de los difuntos. Cuando
se leen esos nombres, se tiene la impresión de oír otras tantas voces
que responden a una llamada escatológica, y vienen a la memoria las
palabras de Lactancia: “Entre nosotros no hay siervos ni señores; el
único motivo por el que nos llamamos hermanos es que nos consideramos
todos iguales”.JUAN PABLO II, “Las catacumbas
cristianas constituyen una perenne escuela de fe, esperanza y caridad”)
"Las catacumbas hablan de la
solidaridad que unía a los hermanos en la fe: las ofrendas de cada uno
permitían la sepultura de todos los difuntos, incluso de los más
indigentes, que no podían afrontar el gasto de la compra o la
preparación de la tumba. Esta caridad colectiva representó una de las
características fundamentales de las comunidades cristianas de los
primeros siglos y una defensa contra la tentación de volver a las
antiguas formas religiosas”.(JUAN PABLO II, “Las
catacumbas cristianas constituyen una perenne escuela de fe, esperanza y
caridad”)
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