LLAMADOS A LA SANTIDAD
1.- Hoy
sigue habiendo santos. El Vaticano II nos recordó que todos
estamos llamados a la santidad. La Iglesia, sin embargo es santa y pecadora a
la vez. Santa por su fundador, Jesucristo, y por ser instrumento universal de
salvación. Muchas veces los árboles no dejan ver el bosque. Se critica a la
Iglesia-institución, sin apreciar los raudales de santidad que han derrochado
muchos de sus miembros a lo largo de la historia. Personas que han dedicado
todas sus energías al evangelio, héroes anónimos que se desvivieron por los más
necesitados, misioneros que dejaron su patria y familia para ayudar a gentes de
tierras lejanas. Pero los santos no son de otras épocas, hoy sigue habiendo
santos. No hace falta que realicen milagros, la madre Teresa de Calcuta no
necesita hechos extraordinarios para ser proclamada santa, el principal milagro
es su propia vida. El pueblo de Dios testifica la santidad de muchas personas,
con eso basta.
2.- Día
de acción de gracias. Hoy recordamos a todas aquellas personas
que gozan de la compañía de Dios en el cielo. Santos no son sólo los que están
en los altares con figura hierática o "vestidos de blanco". Dice el
Apocalipsis que es "una muchedumbre inmensa" que nadie podría contar.
Hoy no es un día de tristeza, aunque muchos acudan a los cementerios a recordar
a sus seres queridos y añoren su presencia entre nosotros. Hoy es un día de alegría
porque muchos hermanos nuestros han llegado a la meta del encuentro con el
Padre. Y son personas normales, que se santificaron en el día a día, son padres
y madres de familia que, a pesar de las dificultades, confiaron siempre en el
Señor y transmitieron a sus hijos el don de la fe ¿por qué solo se canoniza a
los obispos, papas, curas o monjas?, ¿es que es menos santo el que realizó su
tarea de padre o madre con un dedicación ejemplar? Hoy es un día para dar
gracias a Dios por tantas personas buenas que nos han precedido en la fe.
3.- Las
bienaventuranzas, camino de santificación ¿Cómo santificarnos? A veces da la
sensación de que tenemos que hacer lo que hizo éste o aquél santo para llegar
al cielo. Por cierto, lo que hicieron algunos -como el Estilita que se pasó la
vida subido en una columna- es desaconsejable para la salud y ante los ojos de
hoy antievangélico. Tampoco podemos ponernos un listón que todos tenemos que
saltar para llegar a ser santos. Cada cual se santifica a su modo, con sus cualidades,
con los dones que le ha dado el Señor. Es santo aquél que vive según el
espíritu de las bienaventuranzas. Como todo ideal es imposible de cumplir
-entonces dejaría de ser ideal- pero la cuestión está en vivir según ese estilo
e intentar ser manso, pacífico, misericordioso, pobre de espíritu, sufrido,
luchador en favor de la justicia, limpio de corazón. Esta manera de vivir
contrasta con lo que dice el mundo, pero es la única manera de seguir a Jesús.
Es su principal mensaje, lo que distingue a un cristiano, pues de los que viven
a así "es el Reino de los cielos"