Me
llamo Uwe, y desde el atentado de las "torres gemelas" estoy fuera
del mundo, ¿si puede ayudarme?. Así se presentó este hombre
en mi casa, a la hora de comer, así que lo sentamos a la mesa, luego lo
acogimos en el local de cáritas, que lo tenemos habilitado con un sofá cama,
aseos y ducha, precisamente para estos eventos. Estaba "semidescalzo"
, y Carmen, que hace la atención primaria le fue a comprar algo, nada fácil en
un pueblo pequeño, ya que calza un 47; estuvo tres días y luego se fue a Santiago, al mes
volvió, se quedó en casa unos quince días; hasta que decidió que ya éramos muchos (cinco con él) y
se marchó al monte, desde aquella, sólo viene a pedir comida cuando necesita.
Es alemán, mudo, se comunica
con papel y boli, escribe un castellano perfecto, también lo hace en francés e
italiano, además de su idioma nativo; presume de conocimientos, y los tiene,
dice ser físico. Un día me pide ayuda para poder arreglar su documentación. ¡Nos
ponemos manos a la obra!,- primero avisé a la la guardia civil para que fueran
conocedores del caso-, y después, Michael, que vive en casa y también es
alemán, escribió una carta al ayuntamiento de Stuttgart, solicitando una
partida de nacimiento; pero claro, había que pagar unas tasas de 12 €,
cualquier transferencia a una cuenta alemana nos cobraban 5 ó 6 €, así que
decimos mandar quince euros con la carta, bien tapados para que no se vieran al
tras-luz. A las tres semanas recibimos la contestación, un sobre grande,
rígido, abrimos y sacamos la partida de nacimiento de Uwe, el recibo de haber
pagado las tasas y luego dos cartones pegados el uno al otro, los abrimos y nos
encontramos 3 € agarrados con un adhesivo
a los cartones, eran las vueltas; al ver esto, exclamé: "esto en España no pasa".
A continuación llamamos a su
embajada en Madrid para pedir cita; a la
semana siguiente allá nos fuimos para Madrid, intentamos que se duchara antes
del viaje, sólo conseguimos que se afeitara y también nos dejó que le laváramos
la ropa; ¡algo es algo!. En el coche lo sentamos detrás, fue
"calladito" pero eso sí, con su botella de agua en la mano. Llegamos
a la tarde, al otro día por la mañana era la cita, nos alojamos en un hostal
barato, después de la cena, Uwe dice haber perdido su botella de agua, se pasó
más de dos horas buscándola en los contenedores próximos al hostal, mientras yo
y Michael, que es luterano, rezábamos para que no le vieran los empleados del
hostal, ¡quería su botella, no otra!. Al
día siguiente arreglamos su documentación y regresamos, ahora estamos esperando
a que le llegue por correo a mi casa.
Creyéndonos que ya habíamos
terminado con esta obra; un día nos dice
que está enfermo, que lleva tres meses con unos problemas intestinales, lo llevo al médico del pueblo y lo atiende; diagnóstico: "parásitos intestinales por
falta de higiene, inclusive la comida"; lo que le recetó el doctor, dice
que no le funcionó, así que a las dos
semanas me explica que quiere ir a
"un médico de animales", yo entendí que sería el veterinario,
y efectivamente, ¡lo era!. Lejos de
meterme en estas guerras, decidimos trasladarlo al albergue de San Francisco en
Santiago, lo convencimos y fue, ¡ah!, pero llegó allí y no quiso quedarse en el
albergue, le concertaron una cita médica y no acudió, a los tres días ya estaba
de vuelta... pidió comida y se fue a su lugar, que es una casa abandonada que
está en medio del monte, ¡ahí está contento, esperando a que llegue sus papeles!;
sigue con su idea de "ir al
veterinario" , y luego quiere marcharse
para el sur de Francia, estabilizarse allí, ¡está harto de caminos por el
mundo!.
Manuel García Souto
Cáritas Teixeiro
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