lunes, 9 de noviembre de 2009

Pastoral Penitenciaria: DIOCESIS DE ALCALA


Diócesis de Alcalá
Presentación
El origen de nuestra tarea es Jesús, el Pastor misericordioso que busca al ser perdido hasta dar la vida, cargándoselo en sus hombros e identificándose con él. (Mt 25,36).[1]
Es tarea de toda comunidad eclesial, presidida por el obispo, continuar el diálogo -de “tú a tú”- que abrió el Señor al pié de la cruz con los condenados.
Ahora, dicha tarea está confiada a los equipos de pastoral penitenciara –seglares y capellanes vinculados orgánicamente a la diócesis, a través, normalmente, de su delegación de Pastoral Social.
Es una gran don de Dios Padre el que lleve más de 15 años de mi vida de cura compartiendo la pastoral penitenciaria e intentando responder con mi vida a su llamada desde la fe en la presencia del Hijo, Jesucristo, en los marginados y alejados por la sociedad.
La cárcel para mí está siendo uno de los “toma tierras” que me impide irme por las nubes platónicas de las esencias, o de las ideas perfectas, o retirarme a los cuarteles de este invierno que atravesamos … Me está ayudando a percibir y a experimentar con frecuencia la fuerza que tiene el Evangelio de Jesús en la vida de hoy: aquella presentación liberadora desde la misericordia del Padre en la sinagoga de Nazaret; su propuesta de felicidad: las Bienaventuranzas; la oración del Padre nuestro; su entrega en la última Cena; el sufrimiento y soledad en el Huerto de los Olivos; las palabras de futuro desde la cruz al buen ladrón; las insospechadas perspectivas que abre a los de Emaús para todos y para siempre; la confianza puesta en los discípulos para continuar la construcción de su Reino en este mundo, …
Antes de continuar, agradezco a los organizadores de esta Semana y a vosotros el interés por compartir esta pastoral . Esta invitación a venir me ha servido para releer mi presencia en la cárcel y orarla. Y reconozco que mi comunicación sobre ella será pobre, en relación a toda la riqueza que ella misma ofrece y entraña.

1.- Qué sensibilidad eclesial me llevó a la cárcel. O “por qué y gracias a quienes estoy en la pastoral penitenciaria”
A lo largo de mi vida, de mi preparación sacerdotal y ejercicio pastoral siempre me tiró no alejarme de la frontera, del borde, si es que lo hay, entre lo eclesial y lo mundano; o dicho de otra manera, evitar ue la burbuja de la estructura eclesial me limitara de tal modo que no me permitiera sondear “la densidad del espesor de la realidad” que nos decía Fernando Urbina en la etapa de formación en el Seminario.
Esta intuición vital fue informada, y aprovecho aquí y ahora para agradecerlo, por toda la corriente  innovadora que yo viví a raíz del Vaticano II en mi proceso educativo en el Seminario de Madrid de entonces, gracias a algún formador y, sobre todo, a los profesores que me ofrecieron unas pistas muy serias para tener los recursos más que suficientes para dialogar la fe y la vida.
Tuve todo un equipo para la “Champion League” de la pastoral: quiero citar a J.Martín Velasco, J. Gómez-Caffarena, R.Echarren, L.Gesteira, A.Adánez, C.Castro Cubells, L.Maldonado, A. Palenzuela, E.Pascual, M.Benzo, Pedro Fernández-Villamarzo, F.Hípola, M.Unciti, , etc… Y en un ambiente formativo abierto a las corrientes culturales (cine, música, teatro, pintura, fotografía, etc…) y a la sensibilización en la pastoral del mundo obrero (Antonio Albarrán), permitiéndosenos insertarnos en el mundo del trabajo durante los veranos previos a la ordenación sacerdotal .
Y, ya de cura, agradezco todo lo vivido en los equipos pastorales y sacerdotales en el Valle de Lozoya y en la barriada y ciudad de Alcalá de Henares; en el servicio al mundo de la emigración en la diócesis de Madrid, y en la consiliaria en el movimiento de infancia de la Acción Católica en Alcalá.
Ahora bien, quien puso la guinda en este pastel de la cárcel en mi vida, fue un compañero que “en Gloria está”, Tomás Cicuéndez. Fue él, quien me propuso acompañarle en esta tarea en Alcalá-Meco. Todo un referente de una Iglesia al servicio de los más pobres, participativa y de comunión.
Él solía decir a catequistas y compañeros sacerdotes que “los pobres molestan” y reflexionaba: “Siempre produce un gran "temor y temblor" meterse uno con sus riquezas en un ambiente de pobreza. Puede resultar insultante y ofensivo presentarse con una vida pletórica de libertad y amor, como debe ser la del discípulo de Jesús, en medio de unas vidas sin libertad exterior, y casi siempre, sin libertad interior… Sólo la mansedumbre de Jesús hizo que su santidad no asustara, sino que atrajera, a tantos pecadores a los que les salió al encuentro. Sólo el amor, y un amor que llegue a percibirse como gratuito -no interesado espiritualmente, o esperando algún tipo de respuesta- es capaz de iniciar la rehabilitación de estas vidas”.
Percibiréis, pues, desde qué música, o notas de Iglesia yo me introduje, o se me introdujo en este mundo: Una Iglesia con y en los marginados; admiradora ante lo que acontece y humilde; portadora de paz y servicial; que va al encuentro del que no cuenta para nadie; y comparte el amor gratuito del Padre que nos libra de todo mal.

2.- Unos datos
El tiempo medio de estancia en prisión casi se ha duplicado desde la vigencia del nuevo Código penal de 1995, pasando de 9.7 meses en 1996 a 16.7 meses en 2004 . Éste factor de endurecimiento de las penas, quizás sea el que haya influido más, entre otros[2], en la subida de un 43% de la población reclusa entre 1996 y 2006. Normalmente sigue provocando la entrada en prisión el desempleo, la drogodependencia, el tiempo estado en prisión4, y todo tipo de carencias socializadoras familiares, educativas, culturales, etc… Teniendo en cuenta lo anterior y la crisis económica que padecemos, si el número de extranjeros empadronados se sitúa en 5,22 millones (11,34%) del total de la población5 es normal que en  relación a la población reclusa, la población extranjera al ser más vulnerable, tenga un porcentaje mucho más alto (33%). Uno de cada tres presos en España es extranjero.
Respecto a Europa, somos el país más bajo en tasa de criminalidad, y junto con Italia, los países con la tasa más baja de violaciones. En cambio, somos el país con la tasa más alta de delitos de robos con violencia. Estamos hacia el medio respecto a los delitos por tráfico de drogas.6

3.- Actual pastoral penitenciaria
Organización:
o Secretariado nacional: área social, jurídica y pastoral.
􀂃 Dos libros/símbolos “Libre entre Rejas” y “Defenderse de la cárcel”
o Secretariados diocesanos.
o Equipos de capellanía.
Misión:
o Acompañamiento personal.
o Tender puentes:
􀂃 entre la cárcel y la familia, (hay mucho sufrimiento en ambas).
􀂃 entre la cárcel y la sociedad, (prevenir, sensibilizar y acoger).
􀂃 entre el interno y los profesionales del medio, (cuidar la atención que se merece la
persona presa).7
􀂃 entre la Iglesia de dentro y la de fuera. (sensibilizar y animar la preocupación que
las comunidades parroquiales o diócesis tienen que prestar a las personas presas
necesitadas, a sus familias y a sus víctimas).
o Celebrar y compartir la fe.
o Humanizar en lo posible la vida de la cárcel.

4.- Dificultades/Posibilidades pastorales dentro de la prisión
La cárcel tiene mucho de surrealismo. Valorar el hoy, compartir procesos personales, vivir la eucaristía con ellos, escuchar situaciones personales y velar por el respeto y dignidad de las personas presas ya es bastante. Porque desde este mundo, curiosamente, podríamos decir “irreal” ¿qué va a quedar de lo elaborado o planificado desde la no-libertad? No se sabe; realmente es un
misterio.
La cárcel es un espacio absurdo, pero lo es también de gracia. La cárcel ofrece una luz peculiar sobre la vida y sobre el ser humano que sería beneficiosa aprovechar para la labor pastoral de fuera. Cuando “sales de la sociedad” – y la ves desde la cárcel- la realidad se percibe con otros matices.  Dentro es casi imposible caer en la rutina. Se actúa sin estar tan esclavo de ritos y normas litúrgicas o pastorales. Se facilita el encuentro y acompañamiento personal con el ser humano, hermano, hecho polvo, y con toda una vida por delante, si no se le vuelve a truncar. Se urge un análisis de la realidad que está pidiendo alternativas porque este sistema genera mucha injusticia y violencia que provoca marginación y delincuencia.
En definitiva, el estar en la cárcel impide rizar rizos con teorías o planteamientos etéreos . Las celebraciones son allí más vividas y participativas que en las parroquias normales8. Hay un contacto muy enriquecedor con presos del mundo ortodoxo e islámico. Y al ser un espacio civil, se favorece el respeto y el diálogo con el mundo de hoy. Te ves y tratas con muchas personas que no se sienten dentro de la Iglesia, por lo que haces o vives una pastoral más real y misionera.
La cárcel podría y debería ser un taller de evangelización para el hombre de hoy al compartir tan de cerca sus alegrías y tristezas; un taller de catequesis y de valores que construyan y refuercen la dignidad humana; de diálogo inter-religioso, sobre todo con el mundo musulmán; de reflexión y celebraciones ecuménicas; y, especialmente de análisis de la realidad para compartirlo con la pastoral social diocesana y con la denuncia que deberíamos hacer todos más de las causas de las pobrezas que generan tanta cárcel: barrios marginales; extranjeros sin trabajo ni papeles; drogas y alcohol; fracaso escolar; los sin techo; enfermos mentales; familias desestructuradas; abandonados y transeúntes… En fin, que con mucho respeto, la cárcel podría ser para la pastoral de la diócesis un I+D. Pero, ni flores.

5.- Valoración social e institucional de la presencia de la Iglesia
Creo que en general, hay una buena aceptación a nuestra labor y presencia eclesial en la cárcel. Dentro del CP percibo respeto hacia los miembros de capellanía, e incluso aprecio –no por todos desde luego-. Y aunque me consta que en alguna cárcel “se ponen zancadillas” a la presencia del equipo de capellanía, la percepción que tengo de los responsables de la DGIP9 sobre la presencia de la Iglesia en las cárceles es altamente positiva y valorada públicamente.
Pero, por otro lado, en el imaginario colectivo prevalece que nadie quiere ver una cárcel en su término municipal, y ya en el ámbito parroquial vemos cómo quitarnos al niño problemático del grupo de catequesis. Por ejemplo, dónde está el nuevo CP de Estremera. Pues, “cuanto más lejos mejor”. Y lo que decía este compañero Tomás “los pobres molestan”. Y, sin plantear aquí si el Estado tiene que ayudar o no económicamente al capellán, la ayuda con la que se subvenciona “una jornada completa” no llega al salario mínimo interprofesional (600€).
Y la institución eclesial sabe que nuestra presencia en la cárcel da buena imagen. Pero, realmente, no suele estar en el foco pastoral de la mayoría de las diócesis. Sí va siendo práctica habitual que cuando a uno le nombran obispo de una diócesis visite la cárcel; pero, son pocos los obispos que se han preocupado de obtener el carnet de voluntario para ir cuando quieran – algunos lo tienen-. En definitiva, es una pastoral que diocesanamente se va valorando, aunque muy lentamente.

6.- Valoración por parte de los internos de esta pastoral10
“Un 88% califica la labor de Pastoral Penitenciaria con un notable para arriba; un 7% la aprueba con un modesto suficiente, y un 5% la desaprueba con un insuficiente para abajo. Sabiendo que un 75% se declararon católicas, el 15 % pertenecientes a otras religiones y el 10% se confesaron ateas, la valoración que se hace de esta parcela de la Iglesia es bastante positiva por parte de la población reclusa… Y, así, algunos la describen a la Pastoral Penitenciaria como: “Espacio de libertad y de encuentro con Dios”; “En estas circunstancias tristes es de agradecer muestras de afecto y cariño”; “Nos tratan como personas y eso en prisión es todo un lujo. Gracias…”

7.- La Iglesia que me encuentro en la cárcel.
De esta misma encuesta citada: “¿Me siento parte de la Iglesia?, un 47% responden con un rotundo, un 24% afirman que les gustaría estar más integrados, superando apatías y faltas de motivación que llevan a abandonarse por excusas de la propia dinámica de la vida. Frente a este 71% afirmativo está un resto, 29%, que afirma no sentirse parte de la Iglesia…Asimismo un 62% cree que, dentro de la limitación institucional eclesial, predomina el buen testimonio, mientras un 48% resaltan el mal testimonio eclesial fijándose en el poder y riquezas acumuladas”.
“Sobre la Iglesia en general, entre las definiciones que se les presentaron, la que más les gustó fue la de “Pueblo de Dios o Familia de Creyentes en Cristo” (68%). Los que tendieron a valorar la Iglesia de forma negativa optaron por definirla como “gente que va a misa, obispos, curas, monjas...” (26%); persistiendo, detrás, la sospecha que todo es un perfecto montaje para hacer negocio por parte de gente aprovechada”.
Por tanto, me encuentro con una Iglesia: No la de nosotros diferente a la de ellos: Iglesia Una. Filemón 15 “Onésimo ya no será esclavo, pues pasó a ser un hermano muy querido”
Una Iglesia desde los pobres –sencilla, misericordiosa, servicial-: Iglesia Santa. “El sacerdote y el levita de la parábola del Buen Samaritano son incapaces de desmontar la cabalgadura de su autosuficiencia, atiborrada de culto y ritos vacíos; el samaritano se abaja y el herido -ahora atendido y tratado como persona- da categoría y loa a este extraño que se cuela en el relato para llevarle el parabién de todos. El Amor se desarrolla en Kenosis (Fil 2, 5-11), y esto sólo lo pueden comprender y vivir quien se ha encontrado con ese Dios encarnado en nuestra miseria que muy quedamente nos dice: “todo lo mío es tuyo” (Lc 15, 31-32). Quien experimenta este acontecimiento pascual en su encuentro con el Resucitado está destinado a ejercer el don (per-don) en una Eucaristía permanente: “esto es miCuerpo que se entrega por vosotros; haced lo mismo en memoria mía…” (Lc 22,19)”11
Una Iglesia con y por los pobres: Iglesia Católica.
“…Las personas encarceladas son uno de los ámbitos privilegiados para toparnos con el Dios del Evangelio, ya que en su fragilidad se manifiesta - encarna más ampliamente la misericordia de Dios, posibilitando el perdón. Ellos son convocados, con un cariño y ternura especiales, en Eklesia para disfrutar del don de ser ellos mismos. La comunidad eclesial, alimentándose de la misericordia divina, ha de hacer suyas las miserias y carencias de estas personas para pasarlas por el corazón divino y llenarlas de libertad. Ojalá, cuantos nos sentimos Iglesia descabalguemos nuestra comodidad, implicándonos en el dolor de víctimas y agresores, hasta llegar a transformar el lento tiempo de la cárcel en tiempo de Dios, en tiempo de gracia y misericordia…”12. Desde aquí te sitúas muy cerca de la Iglesia de San Carlos Borromeo de Entrevías.
Unos compromisos: Iglesia Apostólica
o Personal:
¡Ojo con las generalidades y juicios sin fundamento! (“No juzguéis y no seréis juzgados” - Mt 7,1-5-; “El que esté sin pecado que tire la primera piedra...”-Jn 8, 7-). Cuando alguien entra en la cárcel algo de “tu cuerpo” entra ahí. Y si los que celebramos y vivimos la misericordia del Padre no vamos a aportar ninguna luz, ni análisis más profundos, ni salidas más esperanzadoras a esta realidad, es mejor que nos callemos. Mejor, antes, nos vendría bien hacernos la siguiente reflexión: “Cuando te contemplas en el otro, en la persona privada de libertad ¿qué imagen te devuelve el espejo? Quizá sea mejor dejar que Dios nos diga cómo nos ve”13
o Hacia el sistema:
􀂃 Favorecer tratamientos alternativos a la cárcel, que alivien el hacinamiento existente en las cárceles y disminuir tiempos en prisión.
􀂃 Animar a que se realicen estudios pormenorizados de los “puntos negros” socio-urbanos y culturales donde se generan más delincuencia en la sociedad para poder intervenir en ellos trabajando programas de prevención y colaborando en ellos.
o Hacia la comunidad eclesial:
􀂃 Dentro de la cárcel:
Cuidar la opción por los más pobres, intentando llegar y escuchar a aquellos que prácticamente no cuentan con casi nadie en la vida. Y hacer ver y colaborar con los profesionales del Centro Penitenciario y los estamentos públicos para intentar que el día que estas personas salgan a la libertad no encuentren el mismo desamparo, o peor, que
en el día que llegaron a la cárcel.
Potenciar la humanización en el CP dedicando tiempo, escucha, actividades, talleres, celebraciones, etc…
􀂃 Fuera:
Crear una plataforma de pastoral penitenciaria diocesana más amplia e imbricada en el resto de la pastoral.
Cuidar la dimensión social y caritativa de la fe en la formación, catequesis…
Llevar esta realidad a las celebraciones litúrgicas.
Más implicación y coordinación en el campo de la prevención y reinserción - acompañando y orientando fuera al desasistido total.
Ofrecer tiempos y espacios para aquellos que realizando “Trabajos en Beneficio a la Comunidad”14 puedan cumplir con la justicia y, a la vez, evitar la cárcel.
Y termino con la cita, con la que me identifico, que hizo J.A. Pagola en su reflexión “Cargar con la cruz” de marzo pasado:
Al final de su vida, el teólogo K. Rahner escribió así: «Creo que ser cristiano es la tarea más sencilla, la más simple y, a la vez, aquella pesada «carga ligera» de que habla el evangelio. Cuando uno carga con ella, ella carga con uno, y cuanto más tiempo viva uno, tanto más pesada y más ligera llegará a ser. Al final sólo queda el misterio. Pero es el misterio de Jesús».


[1] (Cfr. La escena que hay del “samaritano” – Lc 10,33-, por I.Rupnik en la capilla “Redemptoris Mater” del Vaticano)
[2] Las reformas de 2003 aumentaron las penas respecto a los delitos de violencia de género; y las nuevas sanciones penales de tráfico.
4 El 61% son reincidentes; 39% lo son primarios. Lo que pone en cuestión el poco éxito del cumplimiento constitucional de la finalidad de la prisión en su artículo 25: Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados.
5 Avance del Padrón Municipal a 1 de enero de 2008 . Instituto Nacional de Estadística (INE)
6 www.criminologia.net/pdf/reic/ano4-2006/a42006art1.PDF
7 La capellanía es como “un pepito grillo”. Estamos para todos, pero, sobre todo, para la persona presa.
8 Sólo un ejemplo, por recordar: Con qué fuerza y entusiasmo se fue escuchando entre los internos el texto de la fiesta
de San Pedro y San Pablo de Hech 12,1-11 y las del domingo siguiente (XIV del ciclo A) –que fue la semana en la que
Josito me pidió esta colaboración para la XX Semana de Teología Pastoral-: Zac 9,9-10 y Mt 11,25-30. Al recapacitar
y apreciar estas celebraciones y poderlas contar para todos, respondí a Josito que contara conmigo para la STP.
9 DGIP = Dirección General de Instituciones Penitenciarias; su Directora general actual es Mercedes Gallizo.
10 Sondeo hecho en la cárcel de Picassent a los interno, en 2006, por el mercedario Juan Carlos Fortón.
11 www.archiburgos.org/penitenciaria/documentos/Jubileo2006_Presos_Existen.htm
12 Id.
13 Id.
14 Los beneficiarios suelen ser personas insertadas socialmente, pero que han cometido infracciones leves, sobre todo,de tráfico. Se combina este modo de cumplir con la sociedad con su vida familiar y de trabajo. Es verdad, nos dicen los responsables del Secretariado Nacional de Pastoral Penitenciaria, “que la responsabilidad última corresponde a las administraciones públicas, pero tampoco nos podemos desentender de la “res publica” cuando nos jugamos avances en materia tan sensible como supone esta alternativa a la prisión”. Si tenéis servicios sociales, culturales, etc… no es nada complicado el poneros a disposición a través del Servicio Social Penitenciario que existe en cada Provincia, o a través de cualquiera de los capellanes que os pondría en relación con él. Habría un diálogo previo para compartir las posibilidades y necesidades; estaría esa persona asegurada por la Administración, y no recibiría ningún sueldo, lógicamente, pues se pretende trabajar su solidaridad en beneficio de la sociedad a la que “ha herido” con su comportamiento, según el Juez.

FUENTE: Este artículo es copia de lo publicado en el Boletín Puente nº67, editado por el Departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal. (Noviembre de 2009)

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