A
lo largo de los siglos, los teólogos han realizado un gran esfuerzo por
acercarse al misterio de Dios formulando con diferentes construcciones
conceptuales las relaciones que vinculan y diferencian a las personas divinas en
el seno de la Trinidad. Esfuerzo, sin duda, legítimo, nacido del amor y el
deseo de Dios.
Jesús,
sin embargo, no sigue ese camino. Desde su propia experiencia de Dios, invita a
sus seguidores a relacionarse de manera confiada con Dios Padre, a seguir fielmente
sus pasos de Hijo de Dios encarnado, y a dejarnos guiar y alentar por el
Espíritu Santo. Nos enseña así a abrirnos al misterio santo de Dios.
Antes
que nada, Jesús invita a sus seguidores a vivir como hijos e hijas de un Dios
cercano, bueno y entrañable, al que todos podemos invocar como Padre querido.
Lo que caracteriza a este Padre no es su poder y su fuerza, sino su bondad y su
compasión infinita. Nadie está solo. Todos tenemos un Dios Padre que nos
comprende, nos quiere y nos perdona como nadie.
Jesús
nos descubre que este Padre tiene un proyecto nacido de su corazón: construir
con todos sus hijos e hijas un mundo más humano y fraterno, más justo y
solidario. Jesús lo llama "reino de Dios" e invita a todos a entrar
en ese proyecto del Padre buscando una vida más justa y digna para todos
empezando por sus hijos más pobres, indefensos y necesitados.
Al
mismo tiempo, Jesús invita a sus seguidores a que confíen también en él:
"No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios; creed también en mí".
Él es el Hijo de Dios, imagen viva de su Padre. Sus palabras y sus gestos nos
descubren cómo nos quiere el Padre de todos. Por eso, invita a todos a
seguirlo. El nos enseñará a vivir con confianza y docilidad al servicio del
proyecto del Padre.
Con
su grupo de seguidores, Jesús quiere formar una familia nueva donde todos
busquen "cumplir la voluntad del Padre". Ésta es la herencia que
quiere dejar en la tierra: un movimiento de hermanos y hermanas al servicio de
los más pequeños y desvalidos. Esa familia será símbolo y germen del nuevo
mundo querido por el Padre.
Para esto necesitan acoger al
Espíritu que alienta al Padre y a su Hijo Jesús: "Vosotros recibiréis la
fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros y así seréis mis
testigos". Éste Espíritu es el amor de Dios, el aliento que comparten el
Padre y su Hijo Jesús, la fuerza, el impulso y la energía vital que hará de los
seguidores de Jesús sus testigos y colaboradores al servicio del gran proyecto
de la Trinidad santa.
José Antonio Pagola
Red
evangelizadora BUENAS NOTICIAS
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de Dios siguiendo a Jesús. Pásalo.
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30 de mayo de
2010
Fiesta de la
Trinidad (C)
Juan 16, 12-15
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