FUNDAMENTACION
DE LA PASTORAL PENITENCIARIA
La
Iglesia ha procurado atender pastoralmente, según las posibilidades
legales y circunstancias político-sociales de cada momento, a los
hombres y mujeres encarcelados a través de personas especialmente
vocacionadas en las comunidades cristianas y de Institutos Religiosos
(Mercedarios, Trinitarios, Jesuitas, Dominicos, Salesianos...; Hijas
de la Caridad, Adoratrices, Hermanas de la Caridad de Santa Ana,
Carmelitas, Mercedarias...).
Tras
150 años del aislacionismo pastoral penitenciario padecido por las
diócesis como consecuencia de la existencia y funcionamiento del
Cuerpo de Capellanes de Prisiones, a quienes estaba reservada en
exclusiva por el Ministerio de Justicia la atención religiosa en las
cárceles, mediante los Acuerdos Jurídicos firmados entre la Santa
Sede y le Estado Español (Roma, 3 de Enero de 1979) las diócesis
españolas han podido reasumir la asistencia religiosa en los
Establecimientos penitenciarios e integrar progresivamente la
Pastoral Penitenciaria en la Pastoral de conjunto de la diócesis,
fundamentada en la tradición bíblica y eclesial:
1.-
Fundamentación Bíblica
a)
Ex 3, 9-10: “Así pues, el clamor de los israelitas ha llegado
hasta mí y he visto la opresión con que los egipcios los oprimen.
Ahora, pues, ve, yo te la Faraón, para que saques a mi pueblo, los
israelitas de Egipto”.
Esta
llamada que hace Dios a Moisés la está haciendo a toda la comunidad
cristiana. Es responsabilidad de toda la Iglesia de liberar a
nuestros hermanos que están sufriendo y experimentando la privación
de libertad. Moisés representa la liberación del Pueblo de Israel.
Nosostros, la Iglesia, somos la esperanza de los que en estos
momentos están en prisión.
b)
Lc 4, 18-19: “El Espiritu del Señor está sobre mí, porque me ha
ungido para anunciar a los pobres la Buena Noticia, me han enviado a
proclamar la liberación a los aprimidos y a proclamar el año de
gracia del Señor”.
La
Iglesia, comunidad de fe viva, hace suyas las palabras del profeta
Isaías y de Jesús, y desde su realidad se siente envíada, por la
fuerza del Espírutu, a liberar a los que sufren y a los privados de
libertad.
c)
Mt
25, 31-46: “ … porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed
y me disteis de beber, era forastero y me acogisteis, estuve desnudo
y me vestistéis, enfermo y me visitastéis, en la cárcel y
vinistéis a verme”.
La
identificación de Cristo con el pobre hace más fácil nuestro
compromiso y entrega de la Iglesia. Está pidiendo un compromiso de
la comunidad en las necesidades básicas del pobre: comer, vestir,
visitar, acoger.... . Como nos dice Xavier PIKaza (Cfr.
“La Comunidad Cristiana y los Marginados”, ponencia publicada en
“PRESOS, IGLESIA Y SOCIEDAD”, páginas 73-112. Secretariado
Nacional de Pastoral Penitenciaria, Madrid, 1995), en
nuestras Eucaristías no habrá auténtica comunión eclesial hasta
que no la compartamos con los pobres y necesitados.
d)
Hch
12,5: “Mientras Pedro estaba en la cárcel, la Iglesia oraba por él
sin cesar”. La
comunidad eclesial es el principio de comunión de sus miembros.
Nuestro bautismo nos lleva a sentirnos en comunión con todos los
bautizados, prescindiendo del lugar en que nos encontremos. Pero esta
comunión se hace más especial con aquellos que más lo necesitan,
como es el caso de Pedro en la cárcel.
e)
1Cor 12, 12-31: “Del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene
muchos miembros … no forman más que un sólo cuerpo … así
también es Cristo...”
La
comunidad cristiana en libertad forma parte del mismo cuerpo que la
que está en prisión, que es la Iglesia. La comunidad cristiana en
libertad debe asumir la responsabilidad de ayudar a los que están en
prisión. Mientras exista una sola persona en prisión, sufriendo con
necesidad, la Iglesia sufrirá con ellos.
f)
Hebr 13,3: “Acordaos de los presos como si vosotros mismos
estuvierais presos con ellos”.
Este texto está pidiendo a la Iglesia un compromiso de comunión
hasta en el dolor y la privación de libertad. Nos pide que sintamos
lo que nuestros hermanos presos sienten, ¿hay mayor sentimiento de
comunión?
2.-
Fundamentación Eclesial
Aunque
poco a poco se está clarificando progresivamente la relación entre
Pastoral Penitenciaria y Pastoral Diocesana, sí es cierto que este
sentimiento ha estado presente en muchas manifestaciones y escritos
tanto de Papas como de Obispos de la Iglesia. Quizás lo que ha
faltado ha sido encontrar cauces operativos que facilitasen la
integración de la Pastoral Penitenciaria en los planes diocesanos.
En
esta apartado voy a presentar lo que estos Papas y Obispos ha
manifestado en distintos momentos de la reciente historia de la
Iglesia Católica:
Juan
XXIII, en la visita a la cárcel “Regina Coeli” de Roma: “Todos
los que estamos aquí somos iguales ante el Señor, pues el Señor
nos considera a todos hijos suyos. Aquí dejo mi corazón” (cfr.
Martin Nieto, Evaristo: “Pastoral Penitenciaria. Guía del
voluntariado cristiano de prisiones. Ediciones Paulinas, Madrid,
1990, Página 24)
Pablo
VI, en la visita a la cárcel “Regina Coeli” de Roma: “Os
amo, no por sentimiento romántico o compasión humanitaria, sino que
os amo verdaderamente porque descubro siempre la imagen de Dios, la
semejanza con El, Cristo, hombre ideal, que soís todavía y podéis
serlo” (cfr. Martin Nieto, Evaristo: “Pastoral Penitenciaria.
Guía del voluntariado cristiano de prisiones. Ediciones Paulinas,
Madrid, 1990, Página 24)
Juan
Pablo II, en la visita a la cárcel de Papuda (Brasil): “La
visita que os hago, aunque breve, significa mucho para mí. Es la
visita de un pastor que quiere imitar al Buen Pastor”. (cfr. Martin
Nieto, Evaristo: “Pastoral Penitenciaria. Guía del voluntariado
cristiano de prisiones. Ediciones Paulinas, Madrid, 1990, Página 24)
Estos
breves retazos vemos cómo los Papas se sienten pastores también de
sus feligreses presos, preocupados por las circunstancias de prisión
y responsables de acercarles a la Iglesia.
Comisión
Episcopal de Pastoral Social (CEPS): “En
primer lugar, cada una de las diócesis, debe tomar mayor conciencia
del problema social de las prisiones e integrar coherentemente la
Pastoral Penitenciaria en la planificación de la acción
evangelizadora en las comunidades cristianas” (CEPS: “Las
Comunidades Cristianas y las Prisiones”, 16 de Noviembre de 1986,
en CORINTIOS XIII nº 41, enero-marzo 1987, página 229).
Manuel
García Souto
Capellán