SAN PATRICIO, OBISPO
Apóstol de Irlanda (años 372-461)
Su fiesta se celebra el 17 de marzo
Fuentes
históricas
Todo lo que
sabemos de cierto de la vida de San Patricio se deriva de dos cortos textos escritos de
su propia pluma: Su Confessio, un relato de su evolución espiritual y una
justificación de su misión en Irlanda, y una carta de protesta contra una
incursión hecha contra una de sus congregaciones irlandesas por los soldados
del jefe británico Coroticus.
Ni los «adagios» de Patricio en el libro del s. IX de
Armagh ni un conjunto de cánones que se sostiene fueron dictados por él y por
dos obispos compañeros suyos (la última edición de L. Bieler, The Irish
Penitentials, Dublín 1963, 54-59) son aceptados universalmente como auténticos
aunque tienen sus defensores. El elemento histórico en la leyenda de Patricio, que
comienza con Tirechan y Muirchú en el siglo VII es extremadamente difícil de
valorar.
Incluso los datos autobiográficos de San Patricio son muchas veces interpretación
incierta. Por tanto, toda biografía suya es en gran parte una tentativa.
Vida
Nace en el año 372, de padres
cristianos en la Britania romana. Su padre Calporius era un decurión
en una
ciudad no identificada, que fue ordenado diácono en los últimos años de
su
vida. El joven Patricio llevaba una vida mundana y descuidó su
educación. Cuando le apresó cautivo una banda de incursores irlandeses y
fue vendido como esclavo en
Irlanda a la edad de 16 años, pensó que su desgracia era un castigo por sus
pecados.
Mientras llevaba la vida solitaria de pastor experimentó una conversión
y se dedicó a la oración ferviente. Después de seis años, una voz en sueños le
dijo que pronto regresaría a su casa y, confiando en esa voz, emprendió la
huida. Poco después de su regreso a Britania tuvo un sueño en el cual los
irlandeses le pedían que regresase inmediatamente.
Él tomó esto como
significado de que era llamado a llevar la fe cristiana a aquella región que
todavía era predominantemente pagana. Convencido de su vocación por las voces
que repetidamente oía «rezando dentro de él» (Confessio 24,25), decidió, contra
los deseos de su familia, prepararse para el sacerdocio con el fin de convertir
a los irlandeses. Si recibió su educación eclesiástica en Britania
(O'Rahilly, Carney, Hanson) o en la Galia (Bury, MacNeill, Bieler), son teorías
basadas en argumentos bastante razonables.
Como el propio Patricio admite, siempre
fue un estudiante nada brillante. Sin embargo, su fervor religioso estaba fuera
de toda duda, y a su debido tiempo ascendió al diaconado. Durante algún tiempo
su deseo de evangelizar Irlanda no encontró el favor de sus superiores que le
consideraban inadecuado para esta tarea. En circunstancias a las cuales él
alude de forma demasiado oscura para reconstruirlas con seguridad, marchó
efectivamente a Irlanda, como obispo. Este acontecimiento debe de tener una
fecha posterior a la de la misión de Palladio, el cual, según nos cuenta Próspero
de Aquitania en su Crónica, «fue enviado a los irlandeses confiando en Cristo»
por el papa Celestino en 431.
Muirchú, siguiendo aparentemente una tradición de
la iglesia de Auxerre, relata que había estudiado allí bajo la dirección de S.
Germán y que sucedió a Palladio al producirse su prematura muerte. Las
opiniones están muy divididas sobre el valor histórico de este relato. La fecha
inicial de esta misión es también objeto de controversia. Los Anales irlandeses
lo sitúan en el año 432.
San Patricio describe su misión en términos más bien
generales. Marchó a propósito a aquellas partes del país donde el Evangelio no
había sido nunca predicado. Nos habla de numerosas conversiones, de que
administraba el bautismo y la confirmación y que confería las sagradas órdenes
a los nativos, a algunos de los cuales él mismo había preparado en persona (Epístola
3); sin embargo, no menciona que se consagraran obispos aparte de él mismo.
Introdujo con éxito el monaquismo que por aquel entonces era un movimiento
bastante reciente en Occidente. Tanto los hombres como las mujeres respondieron
a esta llamada con entusiasmo, las jóvenes lo hacían a menudo contra los deseos
de sus padres y las jóvenes esclavas desafiando a sus amos. En todas sus
relaciones con sus conversos Patricio tenía gran empeño en evitar toda posible
sospecha de interés egoísta; devolvía incluso los regalos espontáneos que le hacían
algunos feligreses. Sin embargo, no tenía el menor escrúpulo en sobornar a los
gobernantes de los numerosos y pequeños reinos en los que Irlanda estaba
entonces dividida, a fin de que le permitiesen predicar en sus territorios;
también pagaba generosamente a sus colaboradores para que le proporcionasen una
seguridad en sus actividades.
Su misión encontró la oposición en algunos
lugares, pero especialmente (si hemos de creer las Vidas del s. VII) por parte
de los druidas, los paladines de la tradición y la religión nativa. Recuerda
en muchas ocasiones cuando no sólo su libertad sino también su vida estuvo en
peligro. En una ocasión (Confessio 53) él y sus compañeros fueron apresados, se
les encadenó y se les mantuvo prisioneros durante 15 días. Ya se veían frente a
la muerte cuando fueron puestos en libertad por la intervención de amigos
nativos.
San Patricio fue criticado también por algunos de sus feligreses y aún más
duramente en círculos eclesiásticos fuera de Irlanda. Aquellos que habían
apoyado su misión y que hasta cierto punto la financiaron, encontraron mal el
que rehusase aceptar limosna. No sabemos si también ponían objeciones a otros
aspectos de su labor misionera.
La organización de la iglesia que introdujo
en Irlanda sería una adaptación del sistema continental a las condiciones
irlandesas. En un país donde no había ciudades, una iglesia episcopal, con un
capítulo organizado según las líneas monásticas, como algunas del continente,
tiene que haber parecido ser la mejor forma que debería revestir un centro
religioso.
San Patricio como hombre y escritor
Si los
detalles de su vida y de su carrera son a menudo dudosos, no puede haber,
sin embargo, duda alguna acerca de su personalidad tan patente a través de sus
escritos. Era un hombre profundamente religioso, obediente a la voluntad de
Dios tal como él la entendía, inspirado por su celo evangélico; un hombre de
acción, dotado de voluntad tenaz y gran inteligencia práctica.
Al mismo tiempo,
era consciente de sus limitaciones, pero tanto más insistía por ello en la obra
de la gracia de Dios en su vida. En numerosas ocasiones la mano de Dios que le
guiaba tomaba la forma de una «voz interior» y algunas de estas experiencias
(Confessio 24,25) tienen las características de la oración mística.
No era una mente especulativa y parece haber
leído poco -si es que leyó algo aparte de la Biblia-. En la Sagrada Escritura,
sin embargo, estaba muy versado; frecuentemente cita de ella; muy a menudo
emplea frases bíblicas, incluso cuando cuenta su propia historia. Su latín es
una original mezcla de elementos bíblicos, de oraciones y de lenguaje de uso
corriente. No es un escritor de gran distinción, pero su sinceridad coloca a
los dos documentos personales que nos dejó muy por encima de la mayoría de la
literatura de su época.
Culto e
iconografía
El primer
testimonio del culto al santo es la inclusión de un himno en su alabanza (en
cuyo título se le denomina magister Scottorum) en el Antifonario de Bangor (A.
D. 680-91). En Armagh, su fiesta (17 marzo) se celebraba ya con un triduo lo más
tarde a principios del s. IX.
Los conquistadores anglonormandos del s. XII «adoptaron»
a San Patricio y a otros primitivos santos irlandeses en su liturgia; en 1186 el obispo
Malachy de Down transfirió las reliquias de los santos Patricio, Brigita y Columcille
a su catedral y los hizo depositar allí en un relicario común.
En el
continente, su culto se extendió con los peregrinos irlandeses,
especialmente en Francia, Bélgica, parte Sur y Occidental de Alemania; en
Peronne, en Picardía, fue establecido hacia el año 700. De finales de la Edad
Media conocemos un número considerable de textos de Misa propia y oficios para
el día de San Patricio (el actual misal romano tiene sólo una colección propia).
En nuestra época,
los emigrantes irlandeses han llevado su culto al otro lado del Atlántico,
especialmente a los Estados Unidos y a Australia donde se le han dedicado
muchas iglesias. Es el único santo irlandés cuya fiesta tiene un lugar en el
calendario litúrgico de la Iglesia universal.
Las representaciones históricas de Patricio son raras
antes del s. XIV; las primeras son dos paneles en la cruz de piedra del rey
Flann en Clonmacnoise (ca. 900). Solía ser representado con vestidura
episcopal, sin barba, con su mano derecha levantada en un gesto de bendecir.
Desde el s. XVII encontramos el cuadro familiar: con barba, una serpiente a sus
pies, con su mano derecha sosteniendo una hoja de trébol. Estos emblemas se
refieren a las últimas leyendas de acuerdo con las cuales expulsó de Irlanda
todas las serpientes y explicaba a los irlandeses el misterio de la Santísima
Trinidad con un trébol.
LUDWIG BIELER. (GER)
BIBL.:
Libri Epistolarum. S. Patricii Episcopi. Introduction text and commentary by L.
Bieler, 2 vol. Dublín 1952; Vita S. Patricii... ex Libro Armachano, ed. E.
HOGAN, «Analecta Bollandianan, 1 (1882), 531-585; II (1883) 35-b8, 213-238; W.
STOKES, The Tripartite Life of P., Londres 1887, 2 vol.; J. GWYNN, Librr
Ardmachanus, Dublín 1913; J. H. TODD, St. P. Apostle of Ireland, Dublín 1864;
J. B. BuRY, The lije of St. P. and his place in History, Londres 1905; E. MAc
NEILL, St. P., Apostle of Ireland, Londres 1934 (2 ed. aumentada, Dublín 1964);
T. F. O'RAHILLY, The Two Patricks, Dublín 1942; L. BIELER, The Life and Legend
of St. P., Dublín 1949; J. CARNEY, The Problem of St. P., Dublín 1961; D. A.
BINCHY, P. and his Biographers, «Studia Hibernicau, 11 (1962) 7-173 (un
excelente examen de la controversia); L. BIELER, St. P. and the coming of
Christianity (Historia del catolicismo irlandés, fase. 1), Dublín 1967; K.
HUGHES, The Church in early Irish society, Londres 1966, cap. 1 y 3; R. C. P.
HANSON, St. P.: his origins and career, Oxford 1968. También son importantes
los numerosos artículos de P. GROSJEAN, en «Analecta Bollandianau, 1932-1958.
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