miércoles, 10 de marzo de 2010

SANTAIA-TEIXEIRO. LA CORUÑA


FÁBULA

Un vello cacique dunha tribo estaba en conversa cos seus netos, acerca da vida.

El díxolles:

Unha pelexa grande está ocorrendo dentro de min … 

É entre dous lobos.

Un dos lobos,  é …
O resentimento, a inferioridade, o medo, a maldade, a avaricia, a mentira, o egoísmo, a envexa, o rancor, a culpa, a dor, a ira.

O  outro lobo, é
a paz, o amor, a bondade, a alegría, a gratitude, a sinxeleza, a esperanza, a serenidade, a humildade, a compaixón, a sinceridade, a misericordia, a xenerosidade.

E  despois agregou: “Esta mesma pelexa está ocorrendo dentro de vós e mesmo dentro …    de todos os seres da Terra.”

Os nenos pensaron por uns instantes e un deles preguntou ao seu avó

- “E cal dos dous lobos cres que gañará?”

O vello cacique respondeu simplemente…

- “Aquel que ti alimentes”…



Santiago, 3 de marzo de 2010

“Quiero ir a Santiago como peregrino de la fe y como testigo de Cristo Resucitado uniéndome a tantos y tantos peregrinos que ya han llegado”







EL PAPA BENEDICTO XVI VISITARÁ SANTIAGO DE COMPOSTELA EL 6 DE NOVIEMBRE DE 2010
Esta mañana el Arzobispo de Santiago, Julián Barrio, confirmó en rueda de prensa
que el Papa Benedicto XVI vendrá a Santiago el próximo 6 de noviembre de este Año Santo Compostelano. Mons. Barrio, emocionado y agradecido, lo confirmaba
a todos los medios de comunicación tras informar al presidente de la Xunta, al alcalde de Santiago, al delegado del Gobierno, a los obispos de las diócesis gallegas, al Vicario General de la Diócesis y al Cabildo Metropolitano.
El Arzobispo comenzó la rueda de prensa teniendo un recuerdo afectuoso para todos aquellos que han padecido el terremoto en Chile: “Para ellos, como para las personas de Haití, queremos tener esa solidaridad espiritual, humana y por supuesto, económica en estas circunstancias, elevando una oración por los fallecidos y acompañando a las familias de las víctimas”.

Audiencia privada: LA VISITA AL PAPA
Mons. Barrio informó de la visita que le realizó al Papa, como es costumbre al inicio del Año Santo Compostelano, con un doble motivo: agradecerle el mensaje hermoso que normalmente envía para la Apertura de la Puerta Santa y entregarle
la Medalla oficial del Año Santo. En este sentido, es el Arzobispo de Santiago quien pide la audiencia privada con el Santo Padre.
Por otra parte, al Arzobispo de Santiago le acompaña el séquito; en este caso concreto, el presidente de la Xunta de Galicia con sus colaboradores, elegidos por
el propio presidente. Después de tener la visita privada con el Arzobispo, el Papa saludó al presidente de la Xunta manifestando mucho interés por la Iglesia de Santiago de Compostela.

LA VISITA DEL PAPA
En palabras de Mons. Barrio, “la audiencia privada con el Papa fue entrañable” y Benedicto XVI se mostró muy interesado en toda la programación que la Iglesia realiza durante el Año Santo. Una vez más, el prelado compostelano le manifestó su deseo de que el Santo Padre peregrinara a Santiago este año.

Evangelio del IV Domingo de Cuaresma

Lectura de la  Buena Noticia según san Lucas
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: - «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.» Jesús les dijo esta parábola: - «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mi nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."»

CÓMO IMAGINA JESÚS A DIOS J.A. Pagola
      


No quería Jesús que las gentes de Galilea sintieran a Dios como un rey, un señor o un juez. Él lo experimentaba como un padre increíblemente bueno. En la parábola del «padre bueno» les hizo ver cómo imaginaba él a Dios.
Dios es como un padre que no piensa en su propia herencia. Respeta las decisiones de sus hijos. No se ofende cuando uno de ellos le da por «muerto» y le pide su parte de la herencia.
Lo ve partir de casa con tristeza, pero nunca lo olvida. Aquel hijo siempre podrá volver a casa sin temor alguno. Cuando un día lo ve venir hambriento y humillado, el padre «se con­mueve», pierde el control y corre al encuentro de su hijo.
Se olvida de su dignidad de «señor» de la familia, y lo abraza y besa efusivamente como una madre. Interrumpe su confesión para ahorrarle más humillaciones. Ya ha sufrido bastante. No necesita explicaciones para acogerlo como hijo.
No le impone castigo alguno. No le exige un ritual de purificación. No parece sentir siquiera la necesidad de manifestarle su perdón. No hace falta. Nunca ha dejado de amarlo. Siempre ha buscado su felicidad.
Él mismo se preocupa de que su hijo se sienta de nuevo bien. Le regala el anillo de la casa y el mejor vestido. Ofrece una fiesta a todo el pueblo. Habrá banquete, música y baile. El hijo ha de conocer junto al padre la fiesta buena de la vida, no la diversión falsa que buscaba entre prostitutas paganas.
Así le sentía Jesús a Dios y así lo repetiría también hoy a quienes olvidados de él, se sienten lejos o comienzan a verse como «perdidos» en medio de la vida.
Cualquier teología, predicación o catequesis que olvida esta parábola central de Jesús e impide experimentar a Dios como un Padre respetuoso y bueno, que acoge a sus hijos perdidos ofreciéndoles su perdón gratuito e incondicional, no proviene de Jesús ni transmite su Buena Noticia de Dios.

DISCERNIMIENTO, DIÁLOGO Y ORACION    “koinonía”

 Para la revisión de vida

ü     ¿Qué hay en mi corazón de hijo pródigo huidizo respecto al Padre, dilapidador de la herencia gratuitamente recibida?
ü     ¿Qué hay en mí de hijo mayor que se cree mejor, con más derechos, irreprochable, despectivo hacia los demás hermanos?
ü     ¿Qué hay en mí que evoque la misericordia paciente y misericordiosa del Padre

Para la reunión de grupo

ü     Ver quiénes son los actores de la parábola y ordenarlos de mayor a menor protagonismo.
ü     Esta parábola del evangelio de hoy era conocida hasta hace poco como "del hijo pródigo"; nuestro comentario la llama de otra manera. ¿Qué pensar de ese cambio?
ü     Calificar el significado de cada personaje, incluidos los de segundo orden.
ü     ¿Qué actitudes actuales podrían representar estos personajes?

Para la oración de los fieles

v Por todos los que padecen hambre en este mundo en el que sin embargo el problema no es de producción sino de distribución; para que seamos capaces de llevar a la práctica la confesión teórica de que somos hermanos, por ser hijos de Dios, roguemos al Señor.
v Por las relaciones familiares entre padres e hijos, para que estén presididas por las “entrañas de misericordia” que Dios tiene para con todos nosotros.
v Para que caigamos en la cuenta de que Dios es tanto Padre como Madre; para que poco a poco vaya calando en nuestra iglesia una conciencia crítica respecto a la masculinización que hemos proyectado sobre la imagen de Dios.
v Para que tengamos un corazón amplio que se alegra por el bien de los demás y nunca tiene celos de las alegrías ajenas.
v Para que “nos dejemos reconciliar con Dios”, que de tantas y tan suaves maneras nos llama a la conversión en este tiempo cuaresmal.

Oración comunitaria

Dios nuestro, a quien podemos llamar verdaderamente Padre y Madre, lleno de entrañas de misericordia, dispuesto siempre a la acogida y al perdón, a pesar de nuestra ingratitud o infidelidad; danos imitarte en ese tu amor, para que podamos llamarnos honradamente y ser en verdad “hijos tuyos” y “hermanos unos de otros”. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro.
EL OTRO HIJO
Texto alternativo (J.A. Pagola)

         Sin duda, la parábola más cautivadora de Jesús es la del "padre bueno", mal llamada "parábola del hijo pródigo". Precisamente este "hijo menor" ha atraído siempre la atención de comentaristas y predicadores. Su vuelta al hogar y la acogida increíble del padre han conmovido a todas las generaciones cristianas.
        Sin embargo, la parábola habla también del "hijo mayor", un hombre que permanece junto a su padre, sin imitar la vida desordenada de su hermano, lejos del hogar. Cuando le informan de la fiesta organizada por su padre para acoger al hijo perdido, queda desconcertado. El retorno del hermano no le produce alegría, como a su padre, sino rabia: «se indignó y se negaba a entrar» en la fiesta. Nunca se había marchado de casa, pero ahora se siente como un extraño entre los suyos.
        El padre sale a invitarlo con el mismo cariño con que ha acogido a su hermano. No le grita ni le da órdenes. Con amor humilde «trata de persuadirlo» para que entre en la fiesta de la acogida. Es entonces cuando el hijo explota dejando al descubierto todo su resentimiento. Ha pasado toda su vida cumpliendo órdenes del padre, pero no ha aprendido a amar como ama él. Ahora sólo sabe exigir sus derechos y denigrar a su hermano.
        Ésta es la tragedia del hijo mayor. Nunca se ha marchado de casa, pero su corazón ha estado siempre lejos. Sabe cumplir mandamientos pero no sabe amar. No entiende el amor de su padre a aquel hijo perdido. Él no acoge ni perdona, no quiere saber nada con su hermano. Jesús termina su parábola sin satisfacer nuestra curiosidad: ¿entró en la fiesta o se quedó fuera?
        Envueltos en la crisis religiosa de la sociedad moderna, nos hemos habituado a hablar de creyentes e increyentes, de practicantes y de alejados, de matrimonios bendecidos por la Iglesia y de parejas en situación irregular... Mientras nosotros seguimos clasificando a sus hijos, Dios nos sigue esperando a todos, pues no es propiedad de los buenos ni de los practicantes. Es Padre de todos.
        El "hijo mayor" es una interpelación para quienes creemos vivir junto a él. ¿Qué estamos haciendo quienes no hemos abandonado la Iglesia? ¿Asegurar nuestra supervivencia religiosa observando lo mejor posible lo prescrito, o ser testigos del amor grande de Dios a todos sus hijos e hijas? ¿Estamos construyendo comunidades abiertas que saben comprender, acoger y acompañar a quienes buscan a Dios entre dudas e interrogantes? ¿Levantamos barreras o tendemos puentes? ¿les ofrecemos amistad o los miramos con recelo?


viernes, 5 de marzo de 2010

CULPA


Os sentimentos de culpa. -
   
Lc 13, 01-09. - (3º CORESMA. - C.)

a conversión que pide o evanxeo

O presente relato, exclusivo de Lucas, formula unha reflexión sobre a conversión, en forma de parábola, tomando pé duns sucesos dramáticos que conmocionaran a poboación.
Para entender a "novidade" da resposta de Xesús, é preciso coñecer que, na mentalidade xudea, a enfermidade e o mal, en xeral, eran consecuencia do propio pecado. A ausencia de mal, pola contra, era considerada signo da bendición divina.
Xesús desmárcase desa idea tradicional, desatando o nó "relixioso" entre sufrimento e pecado. Ao anoar ambas as dúas realidades, os que sufrían calquera calamidade convertíanse automaticamente en obxecto de xuízo condenatorio por parte dos demais e eles mesmos se vían abocados a un angustiante sentimento de culpabilidade e desesperanza. A desgraza limitábaos; a culpabilidade remataba afundíndoos.
É sabido que a autoridade tende con facilidade a xerar sentimentos de culpa, porque un suxeito culpabilizado convértese en alguén submiso e disposto a seguir os ditados do superior. Dende os papás que ameazan o fillo con non o querer se non fan o que lle mandan, ata a relixión que fala de castigos, o que se está a buscar -consciente ou inconscientemente- é "obediencia" e submisión.
A culpabilidade, non obstante, fai dano. Entre ela, que adoita rematar no afundimento, e máis a irresponsabilidade que infantiliza e, en forma de autoxustificación, fortalece o narcisismo, a actitude sá é a responsabilidade, como sentimento maduro de quen entende a vida como "resposta" -esa é a súa etimoloxía- coherente coas distintas situacións que se lle presentan.
É a responsabilidade a que produce pesar e dor nas ocasións en que, afastándonos da fidelidade ao mellor de nós mesmos, provocamos dano aos outros ou ao noso medio. Pero ese pesar doloroso -a diferencia da culpabilidade- non paraliza nin afunde, senón que mobiliza para o cambio.
Así entendido, paréceme que é san desenmascarar radicalmente calquera sentimento de culpabilidade dun modo tallante:

"Somos responsábeis de todo aquilo no que intervimos
e de aquilo outro que omitimos,
pero non somos culpábeis de nada".

É esta responsabilidade a que podemos asociar coa conversión que pide o evanxeo. Porque o "perecer" de que fala non hai que entendelo en clave de ameaza nin castigo, senón sinxelamente como a consecuencia dunha actitude e un comportamento desaxustados.
Por dicilo dun modo simple: Se non somos responsábeiss -se non respondemos humanamente aos diferentes desafíos que a vida nos presenta-, estámonos a pechar á saída, creando infelicidade para nós mesmos, facendo a convivencia imposíbel e destruíndo o planeta; é dicir, estamos a provocar o noso propio desastre.
A iso precisamente apunta a parábola da figueira plantada na viña. Parece que, como trasfondo, estaría un rito habitual que consistía en achegarse a unha árbore para convencelo, machado en man, de que frutificase o próximo ano, ameazándoo con cortalo se isto non acontecía.
A parábola, non obstante, pon tamén de relevo a paciencia do viñador. A pesar de levar "tres anos" -un tempo "definitivo"- sen dar froito, aínda o viñador segue confiando nela, á vez que lle ofrece todos os coidados con esmero: "cavarei arredor e botareille esterco".
Xesús parece subliñar a paciencia divina, porque comprende e respecta o momento e o ritmo de cada persoa. Coñecedor do corazón humano, sabe dos condicionamentos de todo tipo que pesan sobre el:

· sufrimentos pendentes ou non elaborados,
· mecanismos de defensa postos en marcha ao longo da vida para poder sobrevivir,
· ignorancia básica de quen somos e do que o noso ser quere vivir...

Necesitamos tempo e paciencia para crecer en lucidez e en consciencia, así como en liberdade interior -fronte aos propios medos e necesidades-, para poder ser coherentes e fieis ao mellor de nós mesmos.
Dende esa fidelidade, todo empeza a cobrar sentido: abrímonos aos que somos e imos construíndo relacións harmoniosas. Iso é o que significa, segundo o evanxeo, "dar froito", e que queda admirablemente sintetizado nas palabras de Xesús: "Sede compasivos como o voso Padre é compasivo" (evanxeo de Lucas 6,36).
Por iso, cando a relixión esqueceu (esquece) este principio tan elemental, perverteuse: xerou demasiado sufrimento e provocou ateísmo. Afastouse do seu núcleo espiritual, que non é outro que a compaixón e a liberdade, para converterse en "relixión de poder", centrada na norma, o credo, o rito ou o medo.

Nesta mesma dirección sinalan as sabias palabras do Dalai Lama, no relato de Leonardo Boff.
Conta o teólogo Leonardo Boff, unha das figuras sobresaíntes da teoloxía da liberación, que, nunha ocasión, lle preguntou ao Dalai Lama:

"Santidade, cal é a mellor relixión "? ".

O Dalai Lama fixo unha pequena pausa, sorriu e contestoulle:

"A mellor relixión é a que te aproxima máis a Deus, ao Infinito. É aquela que te fai mellor".

Para saír da perplexidade ante tal resposta, volveu preguntarlle:

"Que é o que me fai mellor "? ".

O respondeu:

"Aquilo que te fai máis compasivo, máis sensíbel, máis desapegado, máis amoroso, máis humanitario, máis responsábel, máis ético... A relixión que consiga facer iso de ti é a mellor relixión".

E Boff conclúe:

"Ata o día de hoxe estou a rumiar a súa resposta sabia e irrefutábel. Non me interesa, amigo, a túa relixión, ou se tes ou non tes relixión. O que realmente me importa é a túa conduta diante do teu semellante, da túa familia, do teu traballo, da túa comunidade, diante do mundo".

Non hai outro criterio máis acertado: "A mellor relixión é a que fai mellores persoas". Ou, como dixo o propio Dalai Lama, noutra ocasión, "a miña relixión é a compaixón". Unha resposta totalmente "cristiá", porque foi iso -e non outros supostos "intereses relixiosos"- o que Xesús viviu e ensinou.
De Xesús son palabras tan inequívocas como estas:
"Non todo o que me diga « Señor, Señor!» entrará no reino de Deus, senón quen cumpra a vontade do meu Pai" (evanxeo de Mateu 7,21).

Ou citando a Oseas:
"Misericordia quero, e non sacrificios" (Mateu 12,7).

E con toda rotundidade:
"O que fixerdes a estes meus irmáns, fixéstesmo a min... O que non fixestes a un destes máis pequenos, non mo fixestes a min" (Mateu 24,40.45).

Non podía haber outro criterio para aquel, a quen se definiu desta forma: "Pasou pola vida facendo o ben" (Feitos dos Apóstolos 10,38).

Sen falsos ou trasnoitados espiritualismos, aquí áchase o decisivo do cristianismo: o que contan non son os "discursos relixiosos", senón "facer o ben", no que coincide a chamada "regra de ouro", presente en todas as grandes tradicións de sabedoría: "Tratade os demais como queredes que eles vos traten a vós" (Mateu 7,12).

Nunha época de "ocaso relixioso", debido a un cambio no "nível de conciencia" -as formas relixiosas coñecidas son debedoras de estadios anteriores-, paréceme importante centrarse na sabedoría espiritual que está na orixe de todas aquelas tradicións.



Enrique Martínez Lozano. S.J.

TEÓLOGO. PSICOTERAPEUTA.

*******************************

 : Ante o fracaso, convén preguntarnos o "por que" en lugar de "quen"

Para poder expresalos e combatelos, necesitamos recoñecer os sentimentos de culpa e aceptalos como normais
Cando sucede algo negativo, tendemos a buscar culpábeis. Ata tal punto dáse esa tendencia que se poden clasificar os tipos de personalidade segundo se reacciona ante as frustracións: 1.- Quen sistematicamente se autoinculpan do que sucede. 2.- Os que pensan que a culpa sempre a teñen os demais. 3.-  Por último, os que non botan a culpa a ninguén, ben porque non entran a xulgar ou porque non lle outorgan excesiva importancia aos contratempos que a vida nos depara.
1. - As reaccións de autoinculpación provocan no individuo un estado de ansiedade e a orixe podemos atopala en sistemas de educación ríxidos. A familia, a escola ou o medio social estiveron tradicionalmente cargados de leis e normas de conduta rexidas polo medo ao castigo. Así, fomos interiorizando paulatinamente este catálogo represivo ata que rematan constituíndo parte da nosa personalidade. É como un xuíz ou policía que levamos dentro e que actúa impoñéndose á espontaneidade da acción e do pensamento. As persoas con este sentimento de culpa énchense de obrigas aínda que estas non lles correspondan. Son extremadamente escrupulosos e esixentes á hora de axuizarse e viven pendentes de que o castigo ou a sanción poida caer sobre eles.
2. - Por outro lado, as reaccións que sistematicamente inculpan a outros de todo o negativo que sucede débense a que o individuo non soporta a carga da propia responsabilidade, cando xorden as frustracións, e dirixe aos demais a sensación de culpa. É unha forma de liberación que os demais perciben como unha conduta agresiva, pero que revela a incapacidade do individuo para criticarse de forma obxectiva e serena. A orixe destas condutas está en estilos de educación permisivos nos que a persoa non experimentou os límites da súa conduta nin as consecuencias dos seus erros. Sucede frecuentemente en familias nos que a autoridade de pais e adultos e o respecto a unhas certas normas de convivencia foron mal ou insuficientemente traballados cos nenos e adolescentes. A educación en liberdade e responsabilidade é a nosa materia pendente.
3. - E a actitude de reaccionar ante as malas noticias non botando a culpa a ninguén asóciase a dous tipos de perfil: Os que manteñen actitudes frívolas e non lle dan importancia a nada e, por outra parte, os que mostrándose responsábeis e conscientes, optan por non tinguir as relacións interpersoais de sentimentos de culpa para evitar a negatividade que iso carrexa.

Prexudica as relacións
Quen por sistema adxudica as culpas aos demais resulta tan cargante que non tarda tempo en verse illado e evitado por todo o mundo, salvo cando ostenta poder sobre o seu ámbito e é, por iso, temido, o que en absoluto favorece as relacións sociais desa persoa poderosa. Estes individuos téñense por tan perfectos que resulta desagradable permanecer xunto a elas. Pero esta actitude, tan visible cando é protagonizada por outras persoas, pode pasarnos desapercibida se somos nós os que a adoptamos. Por iso resulta útil reflexionar sobre a nosa capacidade de autocrítica, e someternos á crítica allea con espírito de mellora. Defendernos por sistema é pouco proveitoso para o noso progreso persoal e distáncianos dos demais.
Para non nos cargar con culpas que non nos corresponden debemos deixar vivir aos demais.

No outro extremo, os que se autoinculpan dos fracasos, xa propios xa alleos, sofren nas relacións sociais porque perciben os demais como superiores ou como irresponsábeis. E poden rematar facéndose demasiado esixentes cos demais, ao ser percibido o ámbito como moralmente menos escrupuloso que un mesmo.

Para rematar, excluír os sentimentos de culpa é case sempre positivo. Cando se produce un conflito devén improdutivo buscar culpábeis. Se se bota a culpa ao outro poden acentuarse os seus sentimentos de culpa, especialmente se é débil, co cal contribuímos a destruílo. E poden así mesmo darse respostas simétricas, polo que nos veremos nun "máis do mesmo" ou no "conto de nunca rematar" co cal chegar á solución ao conflito será moi difícil.
Sempre é máis útil formularse qué parte de responsabilidade corresponde a cada un na busca de solucións (e non só na orixe do problema), e actuar posteriormente en consecuencia.

Liberarnos dos sentimentos de culpa
Moitas das frustracións que orixinan os sentimentos de culpa prodúcense porque se ten unha idea da nosa capacidade ou da dos demais, que, por excesivamente optimista, non se atén ao real. Polo tanto, a primeira estratexia para combater o sentimento de culpa é cultivar o sentido da realidade, o que supón aceptar, aínda que resulte doloroso, o que é e o quen é cada un. Para iso, é necesario traballar a autocrítica mediante a reflexión e tomando en consideración as observacións que nos fan as persoas que nos manifestan máis afecto e confianza. Determinaremos así as causas das situacións conflitivas para aprender dos fracasos e non volver cometer eses ou similares erros.
O obxectivo é dobre: O esclarecemento da situación e a desactivación do proceso de adxudicación de culpas.
O intelixente e proveitoso é identificar os erros, recoñecer a causa, asumir a responsabilidade cando nos compete e, xa despois, tomar medidas para rectificalos e para non volver caer na mesma pedra.
Limitarnos a sentir culpa é como encadearnos de por vida polo que aconteceu no pasado, o que conduce a un estado de ansiedade que pode derivar en depresións.
Sentir culpa só resultará útil cando esta sensación se poida converter en acción.
Cando se aceptan os erros sen sentir un fracaso definitivo e paralizante, o erro pode percibirse como unha oportunidade de aprendizaxe, coma unha fonte de información de qué cousas van ben e cáles non.
Trátase dun proceso de autoaceptación e mellora que xera autoestima, de aprender a querernos a partir dun diagnóstico atinado sobre as nosas accións menos logradas e as nosas posibilidades de intervir sobre elas. Respecto á culpa que podemos sentir polos erros alleos, convén formularse se un é responsábel (ou en qué medida o é) das vidas dos demais.
Cada un ten o seu propio periplo vital e debe asumir a súa responsabilidade sobre o que nesa viaxe acontece.
Estes sentimentos de culpa polos demais parten do convencemento íntimo de que eles dependen de nós. É coma se a partir desa vinculación se establecese unha dominación.
Permitir á outra persoa vivir a súa vida permítenos a cada un vivir a nosa do mesmo modo, con liberdade e responsabilidade. Os que viven a noso arredor van desenvolverse mesmo a pesar de nós, sen unha axuda, a nosa, que poden percibir como angustioso.
É un alivio comprobar que un non ten toda a responsabilidade no que a outros lles suceda, pero hai que saber asumir esa soidade que podemos sentir cando aceptamos que os demais vivan sen depender dos nosos xuízos e opinións.

Para evitar o sentimento de culpa, convén...
·                     Identificar os sentimentos de culpa. Analizar en qué situacións sobreveñen.
·                     Aceptalos como normais e pensar que son comprensíbeis. Ao recoñecer e aceptar estes sentimentos de culpa, resulta máis doado expresalos e combatelos
·                     Expresar os sentimentos de culpa. Falar con outras persoas (se é necesario, con profesionais) do tema pode axudar a aliviar este pernicioso sentimento.
·                     Analizar as súas causas. Buscar as razóns destes sentimentos pode contribuír a facelos máis comprensíbeis e aceptábeis.
·                     Recoñecer os nosos propios límites.
·                     Aprender a deixar vivir aos demais.

(Ver este artigo en:
As persoas con este sentimento de culpa énchense de obrigas aínda que... Para iso, é necesario traballar a autocrítica mediante a reflexión e...
revista.consumer.es >Salud >Psicología y salud mental -En caché





O sentimento de culpa. : - No nos castiguemos

Na nosa vida experimentamos multitude de situacións que nos espertan sentimentos e emocións.
Uns son de alegría e rexouba, e estimulan a risa e mesmo o choro de emoción.
Outros son de tristura e dor, e lévannos ao silencio e ao desconsolo. Isto último sucede co sentimento de culpa. Cando aparece, se non se sabe manexar correctamente, pode conducirnos ao bloqueo e ao encerro en nós mesmos. Ser consciente diso axudaranos a superalo e a canalizar o xuízo sobre a nosa persoa sen converter a culpa en castigo.

¿Por que a culpa é tan forte?
A culpa está conectada co instinto de morte e coa autodestrución. Mal asumida, arrastra a persoa á pasividade, deixándoa nunha situación de indefensión e á mercede de que alguén ou algo externo o libere dela. Esa persoa, ideoloxía ou crenza alcanza tal poder que impedirá exercer a propia responsabilidade.
O sentimento de culpa inflúenos tanto porque temos medo a ser abandonados e dificúltanos responsabilizarnos da nosa propia vida. Témese o abandono, pois a necesidade de ser amados e aceptado é unha aspiración innata en todos nós, e cando a culpa se interioriza contra nós mesmos, deixamos de crer na nosa valía persoal e xulgámonos non merecedores do amor. Como consecuencia, intentamos ser como cremos que as outras persoas queren que sexamos, e así evitar que nos abandonen. Pero sucede que a nosa verdadeira forma de ser remata manifestándose, e o medo ao abandono increméntase.
Xorde entón a agresividade cara a un mesmo a través do autorreproche e a crítica constante, co propósito de redimirse e ser capaz de ser dona da propia vida. Pero só se consegue interiorizar cada vez máis a desvalorazón persoal, e a redención nunca chega, pois buscamos que alguén nos libere.
E non é posíbel, xa que é a culpa a que nos impide ser libres, non os outros.

Como sabemos que a culpa nos ameaza?
Sinais físicos (presión no peito, dor de estómago, de cabeza, de costas), sinais emocionais (nerviosismo, desasosego, agresividade, irascibilidade) e sinais mentais (pensamentos de autoacusacións e autorreproches) alértannos de que a culpa está a ser mal administrada.
Hai sinais físicos que nos avisan de que estamos a administrar mal a sensación de culpa
É máis probábel que sexa así cando mantemos un sistema de pensamento polarizado (pensamos que as cousas son brancas ou negras, boas ou malas, e non admitimos o termo medio); negativo (tan só temos en conta os detalles negativos e ademais magnificámolos, sen atender aos aspectos positivos); ríxido (baseámonos nun sistema de normas estrito onde o deber prevalece en todas as nosas accións), sobredimensionar (abandonamos a responsabilidade da nosa vida e pasamos a responsabilizarnos das vidas dos demais e de canto acontece a noso arredor) ou perfeccionista (o nivel de esixencia colocámolo na perfección e esta en todos os actos que levemos a cabo).
Como todo sentimento, a culpa está precedida e é consecuencia da escala de valores con que nos rexemos na vida. Se se produce un desencontro entre o noso ideal de como ha de ser noso comportamento e a realidade vivida, causará dolorosos conflitos persoais que desembocarán na xeración dalgunha das tres maneiras de reaccionar ante os acontecementos:
·                     Reaccións intrapunitivas: sentímonos culpábeis, exclusivos de todo o acontecido.
·                     Reaccións extrapunitivas: culpabilizamos de todo, inclusive dos nosos males, aos demais, como forma de desresponsabilizarnos ante o sucedido.
·                     Reaccións impunitivas: pensamos que ninguén ten a culpa de nada, que son as circunstancias sen máis. Esta forma de razoar pode ter de bo conseguir descargar a angustia e non facer máis penosa a situación, pero como contrapartida, e haberá que estar alerta, pode caer na simplificación e a irresponsabilidade.



Culpa si, pero non castigo

Canta maior concordancia exista entre noso pensar e actuar, e canto máis lonxe se manteña o noso razoamento de absolutos, rixideces e perfeccionismos, menos veces se nos xerará o sentimento de culpa. Pero sen dúbida, cando somos incoherentes, o sentimento de culpa aparece. Nese momento, na medida en que aparquemos a descualificación e o castigo, liberarémonos da paralización e manteremos a suficiente fluidez interna que nos levará a abordar as nosas faltas de coherencia como problemas a resolver e non como lousas autodestrutivas.
Agora ben, mesmo practicando o anterior non estamos exentos de que se nos acenda ese sinal da culpa con capacidade de ser dolosa. O problema non radica en sentila, senón en como afrontamos a súa presenza.
Cando se presenta a culpa, o reto é converter ese sentimento en:
·                     Un sinal, que serve para cuestionarnos como facemos o que estamos a facer. Ás veces é bo que nos atopemos en entredito: as revisións persoais posibilitan o noso enriquecemento.
·                     Un momento de reflexión e análise de por que nos xorde, sen entrar a desvalorizarnos nin a afundirnos no desasosego e o sufrimento.
·                     Un diálogo interior que nos leve a designar e concretar cál é a conduta pola que sentimos a culpa.
·                     A busca de solucións, ou no seu defecto alternativas a como reparar o dano causado.
·                     A petición de perdón ás persoas afectadas pola nosa conduta.
Se o sentimento de culpa nos afecta de tal forma que nos conduce a unha situación emocional que nos impide unha análise clara, convén acudir a un profesional para que poida axudarnos a atopar as solucións axeitadas.

Sacar o positivo da culpa
Se ante a culpa non exercemos a nosa responsabilidade e nos sumimos na paralización do medo, caeremos na descualificación persoal (somos malos, egoístas,....) e no autocastigo (agresividade que provoca sufrimento).
Pero tamén podemos ver na súa manifestación unha función saudábel, pois fainos conscientes do conflito e, a partir de aí, seremos capaces de analizar as solucións e dar os pasos oportunos que restabelezan o noso vivir coherente.
Poderemos descubrir que a transgresión da norma que provoca a culpa se produce porque:
·                     Nos guiamos por un sistema de pensamento polarizado, ríxido, negativo, sobredimensionador  ou perfeccionista.
·                     Existen unhas circunstancias especiais, na que hai que ter en conta as nosas necesidades do momento,
·                     Pretendéndoo ou non, a nosa actuación non se adecúa aos nosos valores.

Se se trata dos dous primeiros casos, comprobamos que o código non é inamovíbel e polo tanto podemos flexibilizar, contextualizar e dar máis precisión e puntualización á norma transgredida. Non se trata de destruír a norma, senón de enriquecela despoxándoa da súa rixidez. Se a culpa se presenta por ser incoherentes co noso sistema de valores, teremos de responsabilizarnos das consecuencias, facernos cargo do que estas supoñan e pedir perdón a quen resultara danado polo noso comportamento.

Palabras Claves
*                  Investigación sobre a culpabilidade, culpa, culpa apropiada, culpa neurótica e sentimentos de culpa.
*                   
Culpa Auténtica
*                  A Biblia fala sobre la culpa - "Vinde, pois, di Jehovah; e razoemos xuntos: Aínda que os vosos pecados sexan como a grana, como a neve serán embranquecidos. Aínda que sexan vermellos como o carmesí, virán a ser como branca lá ".
*                  A culpa - "Ese compoñente do noso facer, que nos fai angustiarnos, torturarnos, desprezarnos ".
*                  O sentimento de culpa: No nos castiguemos - "O problema non radica en sentila, senón en como afrontamos a súa presenza"
*                  Unha visión da culpa - "As persoas que se senten culpábeis farán o humanamente posíbel con tal de pagar a culpa e restaurar unha imaxe aceptable ".
*                  A culpa e os segretos - "Unha das consecuencias mais comúns do sentimento de culpa é o remordemento ".
*                  Dos sentimentos de culpa - "Ante o fracaso convén preguntarnos o 'por que' en lugar de 'quen' ".
*                  Culpábel, como acusado!  Agora qué? - "Como sociedade, parece ser consumido pola culpa, ou polo menos por o como eliminala das nosas vidas ".

Culpa Inocente
*                  Culpa - "Para algúns coidadores, os sentimentos de culpa ocupan unha parte importante da súa experiencia de coidado ".

Culpa Falsa
*                  Culpa apropiada e culpa neurótica - "Culpa neurótica é produto dunha área inmadura da nosa conciencia ".
*                  Decálogo para saír dunha zona errónea - "A culpa é malsá e inútil porque fai que a persoa se senta molesta e deprimida no presente a causa dalgún feito que xa é historia ".
*                  Amargarse a vida é fácil - "Reflexionar sobre a influencia que certos pensamentos teñen sobre as nosas emocións e condutas axuda a ser menos pesimistas ".

Sanidade
*                  A terapia do arrepentimento - "Ás veces os adultos usan todo tipo de trucos para evadir a culpa, pero isto non leva á sanación ".
*                  Como podo ser perdoado e saber o que son? - "Pecados que non confesamos sepárannos de Deus e danan a nosa relación con El ". Verbalizar os conflitos adecuadamente debe ser sempre sanante. Por iso cómpre estar a altura nesta responsabilidade de relación de axuda. E moito máis se se trata do Sacramento do Perdón.
*                  O sentimento de culpa e a importancia da confesión - "Deus quere que asumas a súa paz no perdón ".
*                  A culpa e o remordemento - "Existe un xeito correcto e outro errado de lidar coa culpa ".
*                  A culpabilidade - "Polo común, as persoas que teñen eses sentimentos posúen unha opinión moi baixa sobre si mesmas, considéranse inadecuadas". Somos sempre sanadores?



Psicoloxia:  A Culpa

Debemos diferenciar o que é sentimento de culpa e a culpa en si mesma. Culturalmente falando a culpa foi sempre unha ferramenta da sociedade e pon o individuo nunha situación de imposibilidade.
Isto acontece sempre na familia, relixión, institucións culturais ou de educación. É o que limita ao individuo a poder actuar libremente pola punición moral e entón aparece esta culpa e non entendemos o por que.

En varias ocasións chamámola responsabilidade pero son dúas cousas distintas e debemos facernos cargo da situación.
Cando a culpa se volve paralizante o suxeito queda quieto sen facer nada, esta situación é un pouco traumática e pouco beneficiosa porque non nos brinda o pracer de avanzar.
É normal que ante unha situación, na que se trata dos sentimentos internos, as dúas persoas traten de botar a culpa entre si, tratando de desligarse do que nos corresponde.
O sentimento de culpa chegaranos a resultar angustioso cando debemos facer algo ou deixar de facelo porque a culpa empeza aparecer.
A culpa representa un método máis tranquilo para deixar de facer algo que debemos, para non nos responsabilizar, paralízanos.
Moitas outras é un sentimento que non podemos controlar, pero podemos dicir que: sentir culpa é unha cousa, pero quedar con ela é outra, só depende exclusivamente de nós.

****************************************


FÁBULA

Un vello cacique dunha tribo estaba en conversa cos seus netos, acerca da vida.

El díxolles:

Unha pelexa grande está ocorrendo dentro de min … 

É entre dous lobos.

Un dos lobos,  é
O resentimento, a inferioridade, o medo, a maldade, a avaricia, a mentira, o egoísmo, a envexa, o rancor, a culpa, a dor, a ira.

O  outro lobo, é
a paz, o amor, a bondade, a alegría, a gratitude, a sinxeleza, a esperanza, a serenidade, a humildade, a compaixón, a sinceridade, a misericordia, a xenerosidade.

E  despois agregou:
 “Esta mesma pelexa está ocorrendo dentro de vós e mesmo dentro …    de todos os seres da Terra.”

Os nenos pensaron por uns instantes e un deles preguntou ao seu avó

- “E cal dos dous lobos cres que gañará?”

O vello cacique respondeu simplemente…

- “Aquel que ti alimentes”…

Xaquín Campo Freire
Sacerdote. Ats.