CADA
DÍA SU AFÁN
Diario de León 17.11.2012
SOBRE EL FIN DEL MUNDO
De tanto en tanto recorre el mundo el rumor inquietante de que está
para llegar el fin del mundo.
Una aparición. Una revelación. Un texto de unos antiguos
calendarios. Todo sirve para crear un sentimiento que va de la
inquietud al regodeo. No se sabe si nos horroriza ser los últimos
habitantes del planeta o pretendemos contemplarnos en un telediario
posterior a la cósmica catástrofe.
De todas formas, a la luz de la fe, lo más preocupante es que para
tratar de fijar la fecha del fin del mundo se acude a los pretendidos
signos del final que se encuentran en los evangelios.
Se leen las señales de los cielos y la tierra que allí se
mencionan, se recogen las noticias de los últimos fenómenos
atmosféricos. Se deduce que todo coincide y, en consecuencia se
pretende fijar con exactitud el fin de todo lo creado. De todo o de
la pequeñísima parcela que nosotros conocemos.
A propósito de esas predicciones véase este texto: “El que se
levante pueblo contra pueblo y el que su angustia se abata sobre los
países, lo estamos viendo en nuestro tiempo con más profusión de
lo que leemos en los libros. También sabéis con cuanta frecuencia
hemos oído que en otras partes del mundo ha habido terremotos que
han devastado innumerables ciudades. Sobre nosotros se abate peste
sobre peste. Es cierto que todavía no vemos claramente signos en el
sol, la luna y las estrellas, pero el hecho de que no estamos lejos
de eso, podemos deducirlo del cambio de clima que ya experimentamos”.
¿Verdad que es de una rabiosa actualidad? ¿No es cierto que el
autor conoce perfectamente lo que está pasando? Pues bien ese texto
pertenece a las Homilías sobre los evangelios que escribía el papa
san Gregorio Magno a finales del siglo VI. Seguramente nos parecerá
sorprendente.
Como se ve, en todos los veinte siglos que nos separan del Señor,
siempre se ha tratado de adivinar el futuro. Por otra parte, llevamos
también muchos siglos repitiendo que la Biblia no contiene un
informe sobre el principio del mundo y pretendemos encontrar en ella
una predicción del final.
En torno a la polémica sobre Galileo ya se dijo que la Biblia no nos
dicen cómo van los cielos, sino cómo se va al cielo. Repetimos que
los mensajes bíblicos sobre el principio no tienen un carácter
científico, sino religioso-moral. Pero no nos decidimos a aplicar
ese mismo criterio a los mensajes sobre el final.
El discurso de Jesús sobre el final no es un informe científico. Ni
un código para adivinos. Es una reflexión sobre Dios y sobre el
hombre, sobre la eternidad y el tiempo. No se nos anuncia el fin del
mundo. Se nos exhorta a poner fin a un mundo malo.
Jesús nos dice que hoy es el tiempo final. Siempre es el tiempo
final. Siempre se nos recuerda nuestra finitud y caducidad. Siempre
es el tiempo de la espera y de la esperanza. Siempre es el tiempo de
la responsabilidad y de la vigilancia. Siempre es el tiempo de la
creatividad y la fraternidad.
José-Román Flecha Andrés