Diócesis de
Alcalá
Presentación
El origen de
nuestra tarea es Jesús, el Pastor misericordioso que busca al ser perdido hasta
dar la vida, cargándoselo en sus hombros e identificándose con él. (Mt 25,36).[1]
Es tarea de
toda comunidad eclesial, presidida por el obispo, continuar el diálogo -de “tú
a tú”- que abrió el Señor al pié de la cruz con los condenados.
Ahora, dicha
tarea está confiada a los equipos de pastoral penitenciara –seglares y
capellanes vinculados orgánicamente a la diócesis, a través, normalmente, de su
delegación de Pastoral Social.
Es una gran
don de Dios Padre el que lleve más de 15 años de mi vida de cura compartiendo
la pastoral penitenciaria e intentando responder con mi vida a su llamada desde
la fe en la presencia del Hijo, Jesucristo, en los marginados y alejados por la
sociedad.
La cárcel
para mí está siendo uno de los “toma tierras” que me impide irme por las nubes
platónicas de las esencias, o de las ideas perfectas, o retirarme a los
cuarteles de este invierno que atravesamos … Me está ayudando a percibir y a
experimentar con frecuencia la fuerza que tiene el Evangelio de Jesús en la
vida de hoy: aquella presentación liberadora desde la misericordia del Padre en
la sinagoga de Nazaret; su propuesta de felicidad: las Bienaventuranzas; la
oración del Padre nuestro; su entrega en la última Cena; el sufrimiento y
soledad en el Huerto de los Olivos; las palabras de futuro desde la cruz al
buen ladrón; las insospechadas perspectivas que abre a los de Emaús para todos
y para siempre; la confianza puesta en los discípulos para continuar la
construcción de su Reino en este mundo, …
Antes de
continuar, agradezco a los organizadores de esta Semana y a vosotros el interés
por compartir esta pastoral . Esta invitación a venir me ha servido para releer
mi presencia en la cárcel y orarla. Y reconozco que mi comunicación sobre ella
será pobre, en relación a toda la riqueza que ella misma ofrece y entraña.
1.- Qué
sensibilidad eclesial me llevó a la cárcel. O “por qué y gracias a quienes
estoy en la pastoral penitenciaria”
A lo largo
de mi vida, de mi preparación sacerdotal y ejercicio pastoral siempre me tiró
no alejarme de la frontera, del borde, si es que lo hay, entre lo eclesial y lo
mundano; o dicho de otra manera, evitar ue la burbuja de la estructura eclesial
me limitara de tal modo que no me permitiera sondear “la densidad del espesor
de la realidad” que nos decía Fernando Urbina en la etapa de formación en el
Seminario.
Esta intuición
vital fue informada, y aprovecho aquí y ahora para agradecerlo, por toda la corriente
innovadora que yo viví a raíz del
Vaticano II en mi proceso educativo en el Seminario de Madrid de entonces,
gracias a algún formador y, sobre todo, a los profesores que me ofrecieron unas
pistas muy serias para tener los recursos más que suficientes para dialogar la
fe y la vida.
Tuve todo un
equipo para la “Champion League” de la pastoral: quiero citar a J.Martín
Velasco, J. Gómez-Caffarena, R.Echarren, L.Gesteira, A.Adánez, C.Castro
Cubells, L.Maldonado, A. Palenzuela, E.Pascual, M.Benzo, Pedro
Fernández-Villamarzo, F.Hípola, M.Unciti, , etc… Y en un ambiente formativo
abierto a las corrientes culturales (cine, música, teatro, pintura, fotografía,
etc…) y a la sensibilización en la pastoral del mundo obrero (Antonio
Albarrán), permitiéndosenos insertarnos en el mundo del trabajo durante los
veranos previos a la ordenación sacerdotal .
Y, ya de
cura, agradezco todo lo vivido en los equipos pastorales y sacerdotales en el
Valle de Lozoya y en la barriada y ciudad de Alcalá de Henares; en el servicio
al mundo de la emigración en la diócesis de Madrid, y en la consiliaria en el
movimiento de infancia de la Acción Católica en Alcalá.
Ahora bien,
quien puso la guinda en este pastel de la cárcel en mi vida, fue un compañero
que “en Gloria está”, Tomás Cicuéndez. Fue él, quien me propuso acompañarle en
esta tarea en Alcalá-Meco. Todo un referente de una Iglesia al servicio de los
más pobres, participativa y de comunión.
Él solía
decir a catequistas y compañeros sacerdotes que “los pobres molestan” y
reflexionaba: “Siempre produce un gran "temor y temblor" meterse
uno con sus riquezas en un ambiente de pobreza. Puede resultar insultante y
ofensivo presentarse con una vida pletórica de libertad y amor, como debe ser
la del discípulo de Jesús, en medio de unas vidas sin libertad exterior, y casi
siempre, sin libertad interior… Sólo la mansedumbre de Jesús hizo que su
santidad no asustara, sino que atrajera, a tantos pecadores a los que les salió
al encuentro. Sólo el amor, y un amor que llegue a percibirse como gratuito -no
interesado espiritualmente, o esperando algún tipo de respuesta- es capaz de
iniciar la rehabilitación de estas vidas”.
Percibiréis,
pues, desde qué música, o notas de Iglesia yo me introduje, o se me introdujo
en este mundo: Una Iglesia con y en los marginados; admiradora ante lo que
acontece y humilde; portadora de paz y servicial; que va al encuentro del que
no cuenta para nadie; y comparte el amor gratuito del Padre que nos libra de
todo mal.
2.- Unos
datos
El tiempo
medio de estancia en prisión casi se ha duplicado desde la vigencia del nuevo
Código penal de 1995, pasando de 9.7 meses en 1996 a 16.7 meses en 2004 . Éste
factor de endurecimiento de las penas, quizás sea el que haya influido más,
entre otros[2],
en la subida de un 43% de la población reclusa entre 1996 y 2006. Normalmente
sigue provocando la entrada en prisión el desempleo, la drogodependencia, el tiempo
estado en prisión4, y todo tipo de carencias socializadoras
familiares, educativas, culturales, etc… Teniendo en cuenta lo anterior y la
crisis económica que padecemos, si el número de extranjeros empadronados se
sitúa en 5,22 millones (11,34%) del
total de la población5 es normal que en relación a la población reclusa, la población
extranjera al ser más vulnerable, tenga un porcentaje mucho más alto (33%). Uno de cada tres presos
en España es extranjero.
Respecto a
Europa, somos el país más bajo en tasa de criminalidad, y junto con Italia, los
países con la tasa más baja de violaciones. En cambio, somos el país con la
tasa más alta de delitos de robos con violencia. Estamos hacia el medio
respecto a los delitos por tráfico de drogas.6
3.- Actual
pastoral penitenciaria
• Organización:
o Secretariado nacional: área
social, jurídica y pastoral.
Dos libros/símbolos “Libre entre Rejas” y “Defenderse de la cárcel”
o Secretariados diocesanos.
o Equipos de capellanía.
• Misión:
o Acompañamiento personal.
o Tender puentes:
entre la cárcel y la familia, (hay mucho sufrimiento en ambas).
entre la cárcel y la sociedad, (prevenir, sensibilizar y acoger).
entre el interno y los profesionales del medio, (cuidar la atención que se
merece la
persona presa).7
entre la Iglesia de dentro y la de fuera. (sensibilizar y animar la
preocupación que
las comunidades parroquiales o
diócesis tienen que prestar a las personas presas
necesitadas, a sus familias y a
sus víctimas).
o Celebrar y compartir la fe.
o Humanizar en lo posible la
vida de la cárcel.
4.-
Dificultades/Posibilidades pastorales dentro de la prisión
La cárcel
tiene mucho de surrealismo. Valorar el hoy, compartir procesos personales,
vivir la eucaristía con ellos, escuchar situaciones personales y velar por el
respeto y dignidad de las personas presas ya es bastante. Porque desde este
mundo, curiosamente, podríamos decir “irreal” ¿qué va a quedar de lo elaborado
o planificado desde la no-libertad? No se sabe; realmente es un
misterio.
La cárcel es
un espacio absurdo, pero lo es también de gracia. La cárcel ofrece una luz
peculiar sobre la vida y sobre el ser humano que sería beneficiosa aprovechar
para la labor pastoral de fuera. Cuando “sales de la sociedad” – y la ves desde
la cárcel- la realidad se percibe con otros matices. Dentro es casi imposible caer en la rutina. Se
actúa sin estar tan esclavo de ritos y normas litúrgicas o pastorales. Se
facilita el encuentro y acompañamiento personal con el ser humano, hermano,
hecho polvo, y con toda una vida por delante, si no se le vuelve a truncar. Se
urge un análisis de la realidad que está pidiendo alternativas porque este
sistema genera mucha injusticia y violencia que provoca marginación y
delincuencia.
En
definitiva, el estar en la cárcel impide rizar rizos con teorías o
planteamientos etéreos . Las celebraciones son allí más vividas y
participativas que en las parroquias normales8. Hay un contacto muy
enriquecedor con presos del mundo ortodoxo e islámico. Y al ser un espacio
civil, se favorece el respeto y el diálogo con el mundo de hoy. Te ves y tratas
con muchas personas que no se sienten dentro de la Iglesia, por lo que haces o
vives una pastoral más real y misionera.
La cárcel
podría y debería ser un taller de evangelización para el hombre de hoy al
compartir tan de cerca sus alegrías y tristezas; un taller de catequesis y de
valores que construyan y refuercen la dignidad humana; de diálogo
inter-religioso, sobre todo con el mundo musulmán; de reflexión y celebraciones
ecuménicas; y, especialmente de análisis de la realidad para compartirlo con la
pastoral social diocesana y con la denuncia que deberíamos hacer todos más de
las causas de las pobrezas que generan tanta cárcel: barrios marginales;
extranjeros sin trabajo ni papeles; drogas y alcohol; fracaso escolar; los sin
techo; enfermos mentales; familias desestructuradas; abandonados y transeúntes…
En fin, que con mucho respeto, la cárcel podría ser para la pastoral de la
diócesis un I+D. Pero, ni flores.
5.-
Valoración social e institucional de la presencia de la Iglesia
Creo que en
general, hay una buena aceptación a nuestra labor y presencia eclesial en la
cárcel. Dentro del CP percibo respeto hacia los miembros de capellanía, e
incluso aprecio –no por todos desde luego-. Y aunque me consta que en alguna
cárcel “se ponen zancadillas” a la presencia del equipo de capellanía,
la percepción que tengo de los responsables de la DGIP9 sobre la presencia de
la Iglesia en las cárceles es altamente positiva y valorada públicamente.
Pero, por
otro lado, en el imaginario colectivo prevalece que nadie quiere ver una cárcel
en su término municipal, y ya en el ámbito parroquial vemos cómo quitarnos al
niño problemático del grupo de catequesis. Por ejemplo, dónde está el nuevo CP
de Estremera. Pues, “cuanto más lejos mejor”. Y lo que decía este
compañero Tomás “los pobres molestan”. Y, sin plantear aquí si el
Estado tiene que ayudar o no económicamente al capellán, la ayuda con la que se
subvenciona “una jornada completa” no llega al salario mínimo interprofesional
(600€).
Y la
institución eclesial sabe que nuestra presencia en la cárcel da buena imagen.
Pero, realmente, no suele estar en el foco pastoral de la mayoría de las
diócesis. Sí va siendo práctica habitual que cuando a uno le nombran obispo de
una diócesis visite la cárcel; pero, son pocos los obispos que se han
preocupado de obtener el carnet de voluntario para ir cuando quieran – algunos
lo tienen-. En definitiva, es una pastoral que diocesanamente se va valorando,
aunque muy lentamente.
6.-
Valoración por parte de los internos de esta pastoral10
“Un 88%
califica la labor de Pastoral Penitenciaria con un notable para arriba; un 7%
la aprueba con un modesto suficiente, y un 5% la desaprueba con un insuficiente
para abajo. Sabiendo que un 75% se declararon católicas, el 15 % pertenecientes
a otras religiones y el 10% se confesaron ateas, la valoración que se hace de
esta parcela de la Iglesia es bastante positiva por parte de la población
reclusa… Y, así, algunos la describen a la Pastoral Penitenciaria como: “Espacio
de libertad y de encuentro con Dios”; “En estas circunstancias tristes es de
agradecer muestras de afecto y cariño”; “Nos tratan como personas y eso en
prisión es todo un lujo. Gracias…”
7.- La
Iglesia que me encuentro en la cárcel.
De esta
misma encuesta citada: “¿Me siento parte de la Iglesia?, un 47% responden
con un Sí rotundo, un 24% afirman que les gustaría estar más integrados,
superando apatías y faltas de motivación que llevan a abandonarse por excusas
de la propia dinámica de la vida. Frente a este 71% afirmativo está un resto,
29%, que afirma no sentirse parte de la Iglesia…Asimismo un 62% cree que,
dentro de la limitación institucional eclesial, predomina el buen testimonio,
mientras un 48% resaltan el mal testimonio eclesial fijándose en el poder y
riquezas acumuladas”.
“Sobre la
Iglesia en general, entre las definiciones que se les presentaron, la que más
les gustó fue la de “Pueblo de Dios o Familia de Creyentes en Cristo” (68%).
Los que tendieron a valorar la Iglesia de forma negativa optaron por definirla
como “gente que va a misa, obispos, curas, monjas...” (26%); persistiendo,
detrás, la sospecha que todo es un perfecto montaje para hacer negocio por
parte de gente aprovechada”.
Por tanto,
me encuentro con una Iglesia: • No la de nosotros diferente a la de ellos: Iglesia Una. Filemón 15 “Onésimo
ya no será esclavo, pues pasó a ser un hermano muy querido”
• Una Iglesia desde los pobres
–sencilla, misericordiosa, servicial-: Iglesia Santa. “El
sacerdote y el levita de la parábola del Buen Samaritano son incapaces de
desmontar la cabalgadura de su autosuficiencia, atiborrada de culto y ritos
vacíos; el samaritano se abaja y el herido -ahora atendido y tratado como
persona- da categoría y loa a este extraño que se cuela en el relato para
llevarle el parabién de todos. El Amor se desarrolla en Kenosis (Fil 2, 5-11),
y esto sólo lo pueden comprender y vivir quien se ha encontrado con ese Dios encarnado
en nuestra miseria que muy quedamente nos dice: “todo lo mío es tuyo” (Lc 15, 31-32).
Quien experimenta este acontecimiento pascual en su encuentro con el Resucitado
está destinado a ejercer el don (per-don) en una Eucaristía permanente: “esto
es miCuerpo que se entrega por vosotros; haced lo mismo en memoria mía…” (Lc
22,19)”11
• Una Iglesia con y por los pobres:
Iglesia Católica.
“…Las
personas encarceladas son uno de los ámbitos privilegiados para toparnos con el
Dios del Evangelio, ya que en su fragilidad se manifiesta - encarna más
ampliamente la misericordia de Dios, posibilitando el perdón. Ellos son
convocados, con un cariño y ternura especiales, en Eklesia para disfrutar del
don de ser ellos mismos. La comunidad eclesial, alimentándose de la
misericordia divina, ha de hacer suyas las miserias y carencias de estas
personas para pasarlas por el corazón divino y llenarlas de libertad. Ojalá,
cuantos nos sentimos Iglesia descabalguemos nuestra comodidad, implicándonos en
el dolor de víctimas y agresores, hasta llegar a transformar el lento tiempo de
la cárcel en tiempo de Dios, en tiempo de gracia y misericordia…”12. Desde
aquí te sitúas muy cerca de la Iglesia de San Carlos Borromeo de Entrevías.
• Unos compromisos: Iglesia
Apostólica
o Personal:
¡Ojo con las
generalidades y juicios sin fundamento! (“No juzguéis y no seréis juzgados”
- Mt 7,1-5-; “El que esté sin pecado que tire la primera piedra...”-Jn 8, 7-).
Cuando alguien entra en la cárcel algo de “tu cuerpo” entra ahí. Y si los que celebramos
y vivimos la misericordia del Padre no vamos a aportar ninguna luz, ni análisis
más profundos, ni salidas más esperanzadoras a esta realidad, es mejor que nos
callemos. Mejor, antes, nos vendría bien hacernos la siguiente reflexión: “Cuando
te contemplas en el otro, en la persona privada de libertad ¿qué imagen te devuelve
el espejo? Quizá sea mejor dejar que Dios nos diga cómo nos ve”13
o Hacia el sistema:
Favorecer tratamientos alternativos
a la cárcel, que alivien el hacinamiento existente en las cárceles y disminuir
tiempos en prisión.
Animar a que se realicen
estudios pormenorizados de los “puntos negros” socio-urbanos y culturales donde
se generan más delincuencia en la sociedad para poder intervenir en ellos
trabajando programas de prevención y colaborando en ellos.
o Hacia la comunidad eclesial:
Dentro de la
cárcel:
• Cuidar la opción por los más pobres, intentando
llegar y escuchar a aquellos que prácticamente no cuentan con casi nadie en la
vida. Y hacer ver y colaborar con los profesionales del Centro Penitenciario y los
estamentos públicos para intentar que el día que estas personas salgan a la
libertad no encuentren el mismo desamparo, o peor, que
en el día
que llegaron a la cárcel.
• Potenciar la humanización en el CP dedicando tiempo,
escucha, actividades, talleres, celebraciones, etc…
Fuera:
• Crear una plataforma de pastoral penitenciaria
diocesana más amplia e imbricada en el resto de la pastoral.
• Cuidar la dimensión social y caritativa de la fe en la
formación, catequesis…
• Llevar esta realidad a las celebraciones litúrgicas.
• Más implicación y coordinación en el campo de la
prevención y reinserción - acompañando y orientando fuera al desasistido total.
• Ofrecer tiempos y espacios para aquellos que
realizando “Trabajos en Beneficio a la Comunidad”14 puedan cumplir con
la justicia y, a la vez, evitar la cárcel.
Y termino
con la cita, con la que me identifico, que hizo J.A. Pagola en su reflexión
“Cargar con la cruz” de marzo pasado:
“Al final de
su vida, el teólogo K. Rahner escribió así: «Creo que ser cristiano es la tarea
más sencilla, la más simple y, a la vez, aquella pesada «carga ligera» de que
habla el evangelio. Cuando uno carga con ella, ella carga con uno, y cuanto más
tiempo viva uno, tanto más pesada y más ligera llegará a ser. Al final sólo
queda el misterio. Pero es el misterio de Jesús».
[1] (Cfr. La
escena que hay del “samaritano” – Lc 10,33-, por I.Rupnik en la capilla
“Redemptoris Mater” del Vaticano)
[2] Las reformas
de 2003 aumentaron las penas respecto a los delitos de violencia de género; y
las nuevas sanciones penales de tráfico.
4 El 61% son
reincidentes; 39% lo son primarios. Lo que pone en cuestión el poco éxito del
cumplimiento constitucional de la finalidad de la prisión en su artículo 25: Las penas
privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la
reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados.
5 Avance del
Padrón Municipal a 1 de enero de 2008 . Instituto Nacional de Estadística (INE)
6 www.criminologia.net/pdf/reic/ano4-2006/a42006art1.PDF
7 La
capellanía es como “un pepito grillo”. Estamos para todos, pero, sobre todo, para
la persona presa.
8 Sólo un
ejemplo, por recordar: Con qué fuerza y entusiasmo se fue escuchando entre los
internos el texto de la fiesta
de San Pedro
y San Pablo de Hech 12,1-11 y las del domingo siguiente (XIV del ciclo A) –que
fue la semana en la que
Josito me
pidió esta colaboración para la XX Semana de Teología Pastoral-: Zac 9,9-10 y
Mt 11,25-30. Al recapacitar
y apreciar
estas celebraciones y poderlas contar para todos, respondí a Josito que contara
conmigo para la STP.
9 DGIP =
Dirección General de Instituciones Penitenciarias; su Directora general actual
es Mercedes Gallizo.
10 Sondeo hecho en la
cárcel de Picassent a los interno, en 2006, por el mercedario Juan Carlos
Fortón.
11 www.archiburgos.org/penitenciaria/documentos/Jubileo2006_Presos_Existen.htm
14 Los
beneficiarios suelen ser personas insertadas socialmente, pero que han cometido
infracciones leves, sobre todo,de tráfico. Se combina este modo
de cumplir con la sociedad con su vida familiar y de trabajo. Es verdad, nos
dicen los responsables del Secretariado
Nacional de Pastoral Penitenciaria, “que la responsabilidad última
corresponde a las administraciones públicas,
pero tampoco nos podemos desentender de la “res publica” cuando nos jugamos
avances en materia tan sensible como
supone esta alternativa a la prisión”. Si tenéis servicios
sociales, culturales, etc… no es nada complicado el poneros a
disposición a través del Servicio Social Penitenciario que existe en cada
Provincia, o a través de cualquiera de los
capellanes que os pondría en relación con él. Habría un diálogo previo para
compartir las posibilidades y necesidades;
estaría esa persona asegurada por la Administración, y no recibiría ningún
sueldo, lógicamente, pues se pretende
trabajar su solidaridad en beneficio de la sociedad a la que “ha herido” con su comportamiento, según el Juez.
FUENTE: Este artículo es copia de lo publicado en el Boletín Puente nº67, editado por el Departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal. (Noviembre de 2009)